Capítulo 8. El callejón Diagon.

40 3 0
                                    


*Capítulo nuevo*

El viento de aquel día gris que amenazaba tormenta sacudió los despeinados cabellos de aquella joven que volvía a estar de pie sobre la cornisa. En la mano sostenía una carta y pensaba en la conversación que había tenido con los hermanos Dumblendore. Le habían confesado que era una poderosa Legeremante y que poseía el don de la clarividencia. Podía ver cosas que la mayoría de la gente no. Le bastaba tan sólo una mirada para saber sobre el pasado, presente y futuro de una persona.

Ellos quieren que vaya a ese colegio, Black – dijo al cuervo que hacía ya tiempo se había posado sobre su hombro.

El graznido de un cuervo hizo que ambos mirasen hacia el cielo y descubriesen que la veloz Freiya había vuelto. Era la pareja de Black y parecía que pasarían juntos el resto de sus vidas. El ave los sobrevoló antes de posarse sobre su otro hombro y entonces chilló, pero en lugar de un sonido, Lily escuchó palabras.

Él irá a Hogwarts – dijo el cuervo, antes de mostrarle sus recuerdos. En ellos, ese muchacho llamado Tom Riddle leía entusiasmado la carta de admisión al colegio. – También deberías ir allí.

Una ligera sonrisa invadió su rostro, parecía que volverían a encontrarse.

Aurelius tuvo razón cuando le dijo que no era como su madre.

Su madre.

La vio en seguida en sus pensamientos, como tantas otras veces...

«La sonrisa tranquilizadora de esa mujer de cabellos rubios llenó su alma. Miró hacia sus ojos azules que derramaban lágrimas de tristeza mientras la sostenía en sus brazos cuando tan sólo era un bebé.

–Alodie – la llamó una voz a su lado, alguien que la niña ni siquiera recordaba, pues tan sólo era un bebé en aquella época. Se suponía que ni siquiera debía recordar a su madre, pero ... lo hacía.

–Albus... – la llamó la cansada mujer, desviando la vista hacia él, dejando que su hija dejase de ser el centro de atención. – ... ¿la protegerás por mí? – el hombre asintió y entonces ella sintió que era el momento de marcharse.»

Mientras, en Londres, en una de las habitaciones de un orfanato llamado Wool, un niño dormía feliz. Por primera vez en su vida, sentía que había encontrado su sitio. Pronto se marcharía de aquella cárcel en la que vivía e inspeccionaría un mundo nuevo dónde los demás eran como él. Estaba impaciente por descubrirlo.

Pensó en sus padres, en sí serían magos. Imaginaba que su madre no lo sería, pues de serlo no habría muerto tras el parto. Probablemente, su padre sería el mago.

Cuan equivocado estaba.

Unos minutos más tarde, en la habitación de Alberforth, la chimenea se encendida después de que este hubiese conjurado un sencillo hechizo.

Se sentó en el banco de madera, junto al fuego y mientras admiraba las llamas pensaba en lo ocurrido esa misma tarde, pues aún le costaba creer que su silenciosa hija tuviese magia en su interior. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Debió fijarse en todas las señales. ¿Por qué era tan despistado?

Le pasó lo mismo la primera vez, cuando Agatha se acercó a él y lo confundió con sus palabras, le hizo incluso creer que se trataba de Alodie. Tendría que perder al verdadero amor de su vida antes de enterarse de todo. Si hubiese prestado atención a los detalles, muchas cosas podrían haberse evitado y quizás hubiese podido ser feliz con aquella a la que amaba.

–Iré a ese colegio. – Dijo la voz de su hija a sus espaldas, en la puerta de la habitación, haciendo que saliese de sus pensamientos.

Caminó hasta el banco de madera que había frente a la chimenea y se sentó en él, sin tan siquiera emitir una sola palabra. Siempre le costó mucho relacionarse con los que le rodeaban, incluso con la mujer de la que se enamoró perdidamente. Fue un hombre callado hasta el final.

Tom Riddle y la Chica que Fue Borrada (FanFic) |1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora