†*:.｡. sᴀᴅɪᴄᴏ y cσqυєτσ .｡.:*♡ YoonMin (ʟɪʙʀᴏ cυατrσ)

† ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ vєiทτiทυєvє ♡

— ¿Cómo estás?

YoonGi, tras no saber qué responder con exactitud, terminó encogiéndose de hombros mientras se sentaba en la cama y buscaba limpiarse las lágrimas que habían bañado su rostro, consecuencia del llanto que había estado sufriendo por la ausencia de JiMin, por no saber su nueva dirección, ni su nuevo número de teléfono. No sabía absolutamente nada de ese chico y el no tenerlo le carcomía la mente, el corazón, el alma.

Ya llevaba más de una semana esperando a ver si JiMin le mandaba algún mensaje, pero su celular no sonaba y entonces la espera lo mataba de ansiedad, porque es que él había fallado, él fue el único culpable de esa ruptura. Las peleas y discusiones siempre habían sido por su culpa, pero esta vez había ido muy lejos eligiendo a su familia por encima de JiMin. Ese chico había tenido tanta razón, lo había tratado como una segunda opción, como si nunca fue su prioridad, poniéndolo por debajo de alguien más.

Había estado tan emocionado por estar más tiempo con su hermanita, sabiendo que podrían convivir porque al final compartían la misma mudez, que dejó que esas emociones le ganaran. Dejó que SooRa se quedara en casa porque así estaría más cerca de ese princesita tan preciosa y fue algo con lo que Zael había estado de acuerdo, solo que ninguno de los dos creyó nunca las terribles consecuencias que eso llevaría.

Ya era más que tarde para arrepentimientos, para deseos de retroceder el tiempo y evitar cometer tantos errores. Ya había perdido a JiMin, ya había perdido a quien siempre amó como su mejor amigo y ahora solo le quedaba Zael junto a su hermanita, la pequeña Dalla que, según su papá, era igual que él. Era nefasta, hiperactividad, cruel y despiadada más alla de ser tierna.

— Ay, mi Yoonie, mi bebé, mi gatito, mi cría.

Zael se sentó a su lado, sin buscar darle presiones lo sujetó del hombro para acercarlo y así envolverlo entre los brazos, darle de esa forma todo el amor del mundo, todo lo que en ese momento necesitaba. Diciéndole en silencio que sabía cómo se sentía, porque al fin y al cabo, YajaTzael se había ido con Deseret a París, eso lo hizo saber que en el corazón de eso hombre ya no estaba.

Compartía ese dolor de un amor fallido, de una relación que por sus mismos errores terminó dañando junto a la persona que tanto amaba, solo que a diferencia de él, no iba a permitir que su hijo sufriera cuando sabía que JiMin lo estaba esperando. Con una sonrisa sacó de su chaqueta un boleto de avión para un vuelo a París que salía dentro de unas cuantas horas, también una papelito con la nueva dirección de JiMin y su número telefónico que Deseret le hizo hizo favor de darle.

Si él podía hacer que YoonGi fuera feliz y si esa felicidad era alejado de él, entonces le desearía la mejor de las suertes, sin preocupaciones o miedos, porque sabía que JiMin lo iba a cuidar muy bien. Estaba eligiendo que YoonGi eligiera a JiMin, al amor de su vida y eso no estaba mal, no cuando era testigo del infinito amor que esos chicos se tenían y no iba a permitir que por su cercanía ellos se alejaran.

— Toma, Yoonie. Ve a buscar al amor de tu vida.

El menor lo volteó a ver con lágrimas en los ojos, primero sin poder creer lo que él le estaba entregando, pero fue hasta más tarde que lo terminó abrazando con todas las fuerzas como agradecimiento por haber conseguido lo que necesitaba para estar con JiMin. No podía creer que siguiera teniendo ese corazón de pollito luego de haber sido tan dañado en la vida, tan pisoteado y abusado.

— Te amo incondicionalmente, bebé.

— Yo también, Yoonie... te amo más de lo que YajaTzaelly se ama a sí mismo y mira que eso es mucho — Rió — Ve por tu felicidad, bebé. No te preocupes por nosotros, vamos a estar bien si nuestro Yoonie lo está, ¿sí?