Oᴄʜᴏ |𝟎𝟖|

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Me limite a suspirar y mirarlo, donde ahí él entendió todo.

Que haya entendido me alivio por una parte, sentía que me sacaba un peso de encima, pero también me estaba por morir de la vergüenza y humillación.

Se quedo mirándome, atónito. Y ahí fue cuando me di el tiempo de mirarlo con lujo de detalle; Esas cejas peinadas a la perfeccion que enmarcaban esos ojos que tanto me gustaban, esos ojos tan oscuros casi negros que invitaban a querer conocerlo y enredarte con el sin pensar ni un segundo, y esa boca de labios finos que te echaban hacia atrás con cualquier cosa que te decía, pero al mismo tiempo te daban ganas de besarla hasta quedarte sin aliento.

Y aunque todo este tiempo quise hacerme la desentendida, quise fingir demencia, me derretía cada vez que me miraba o que me prestaba atención.

Enzo era mi amor prohibido, platónico de típica adolescente. Era de esos amores que te atraen pero sabes que será imposible por un motivo o otro. Y en mi caso, los motivos los cuales lo hacia imposible, eran varios.

No recibí respuestas de su parte. Era lógico, ya lo esperaba. Pero por otro lado, me decepcionó. Y me avergonzaba la idea de vivir en el mismo techo que él cuando ya sabia lo que me genera.

–Olvídalo, es inútil. Olvidemos que tuvimos esta conversación.

Me pare del sillón y no llegue a hacer más de tres pasos cuando la mano de Enzo me tomo del brazo, frenando mi caminata.

–Pero yo no quiero olvidarla–dijo en un susurro cerca de mi oído. Estaba más cerca de lo que pensé.

La piel se me erizo y un escalofrío se apodero de mi cuerpo. Mientras sentía que el corazón se me iba a salir de su lugar.

Me hizo dar media vuelta, quedando cara a cara con él.

Su mirada ya no era seria, y su tono de voz ya no era amargo.

–Jose–dijo en un suspiro mientras me agarraba de la mejilla, acariciándome con su dedo pulgar.

Lo mire atónita e inconscientemente abrí la boca, capturando la atención de Enzo y haciendo que lleve su vista a mis labios, haciendo que se relama los de él.

Mis ojos bajaron a sus labios y comenzamos a acercarnos. Ya sentía cómo nuestras respiraciones se mezclaban, estábamos a solo centímetros de darnos un beso.

Me acerque más y más, cuando Enzo subió su vista a mis ojos nuevamente.

En ese momento, pude ver en sus expresiones cómo bajaba de la nube para caer en la realidad otra vez. Saco sus manos de mi cuerpo cómo si quemara, haciendo que todo su cuerpo se aleje.

Ya no estábamos a solo centímetros, estábamos a un metro.

–No...Esto no va a funcionar. Fue un error–dijo, completamente arrepentido de lo que estaba por suceder cómo si hubiera sucedido.

Pestañee varias veces, intentando no llorar, mientras él no era capaz de mirarme a la cara. Él solo miraba el piso mientras se pasaba la mano por el cabello, frente y cara.

Completamente decepcionada de lo que acababa de ocurrir, me di media vuelta y fui hacia mi habitación casi corriendo.

Cerré la puerta y a los segundos oí cómo Enzo cerraba la puerta de su habitación.

𝐎 𝐋 𝐃 𝐄 𝐑 || 𝖤𝗇𝗓𝗈 𝖵𝗈𝗀𝗋𝗂𝗇𝖼𝗂𝖼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora