Dɪᴇᴄɪsᴇɪs |𝟏𝟔|

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Este capitulo contiene escenas explicitas

Abrí los ojos gracias al sonido de los pájaros.

Intenté levantarme, pero se me hizo imposible con los brazos de Enzo al rededor de mi cuerpo. Volví a moverme, intentando aflojar si agarre.

–No te vayas–dijo Enzo, con esa voz ronca que tanto me gustaba.

–Enzo...–dije sin hacer insistir el levantarme.

–Quédate–ordeno, aferrándose más a mi cuerpo y dejándome inmóvil.

–Bueno, pero 10 minutitos–me rendí ante su seducción.

De diez minutos pasaron a una hora y media. Y esta vez, fue él quien me despertó.

–Chiqui, despertate. Son las doce ya–dijo mientras abría la persiana, dejando entrar luz a la habitación.

Me queje pero me desperté de todas maneras.

–Yo ahora me tengo que ir a una entrevista, pero llego a las 16:00, maso menos–dijo acercándose a mi y dejando un beso en mi frente. Yo asentí.

–Que fiaca, ¿Ya te tenes que ir?–pregunte sentándome en la cama, refregándome los ojos.

–Si–respondió–¿Te parece si me pongo esto?–Me mostró unos jeans oversize y una remera blanca manga corta.

–Me gusta–me pare de la cama–Yo me voy a bañar–dije para luego desaparecer del cuarto.

Llegue al baño y abrí el agua caliente.

Me desvestí, dejando caer mi pijama por mi cuerpo y terminando en el piso. Entre en la ducha, dejando que el agua recorra mi cuerpo y moje mi pelo.

Escuche a mis espaldas como la puerta se abría y no pude evitar sonreír.

Escuche tela cayendo al piso, y segundos después las manos de Enzo recorrer mi cintura, bajando a mis caderas, dejando que su entrepierna ya desnuda roce mi parte trasera.

Comenzó a besarme el cuello. Cerré los ojos y me mordí el labio inferior debido al placer que estaba sintiendo.

Enzo me dio vuelta lentamente, y una vez que estábamos de frente, ataco mis labios. Me estampo contra la pared más cercana, donde el chorro de agua caía en el medio de nosotros.

Bajo sus manos hacia mis piernas, me alzo y se acomodo entre ellas.

Necesitaba tenerlo dentro mío.

–Enzo...Por favor–dije en modo de suplica. Pude sentir como Enzo sonreía en el beso y separo su pelvis de la mía, bajo su mano a su miembro y lo acomodo en mi entrada.

–¿Que dijiste?–pregunto mirándome a los ojos.

–Enz...–antes de que pueda terminar de suplicar su nombre, entro en mi, haciendo que escupa un gemido.

Rodee su cuello con mis brazos mientras lo besaba, y él atrapo uno de mis pechos con su mano libre, con la mano que no tenia en mi culo.

Al sentir cómo entraba y salía no podía evitar que múltiples gemidos salgan de mi boca. En cada estocada, podía sentir mi espalda chocar contra la pared fría y húmeda de la ducha, haciendo un ruido similar a el de muchos aplausos.

Bajo su boca a mi pecho que estaba libre e intacto. Comenzó a besar, succionar y morder, tirando de mi pezon. Tironee su cabello, haciendo que él se ponga más bruto y sus movimientos sean más duros.

Movía mis manos por su espalda, aferrándome con mis uñas, haciendo que Enzo me regale esos gemidos y gruñidos que tanto me gustaban.

Sentía que mi cabidad estaba por explotar. Me sentia vacía cuando salía y llena cuando entraba.

De un movimiento lento, hizo que una de mis piernas vuelva a bajar al piso.

Estaba más cerca de la tierra pero me sentía en el cielo.

Mi otra pierna seguía enroscada en su cadera, esto facilitaba más la penetración.

La mano de Enzo que estaba en uno de mis pechos se deslizaba por mi abdomen hasta llegar a mi pelvis, haciendo que los escalofríos se adueñen de mi cuerpo al sentir las yemas de sus dedos.

Al notar sus dedos acercándose a mi intimidad, cerré los ojos, cegándome al placer.

–Mírame, Josefina. Quiero que me mires–dijo con ese tono ronco, a centímetros de mi cara.

Abrí los ojos y me encontré con los suyos.

Ahogue un suspiro al sentir los dedos de Enzo frotando mi clitoris y las pequeñas emboscadas que de un segundo al otro se hicieron más rápidas.

Jadeos, gruñidos y gemidos incontrolables salían de mi boca. Se me entrecerraban los ojos pero Enzo quería que lo mire, así que puse de mi voluntad y lo mire en todo momento.

Mis uñas se aferraron a uno de sus hombros, intentando no perder el equilibrio por mis piernas que no paraban de temblar.

Temblé en sus manos y Enzo comenzó a besarme el cuello.

Enzo ya se había ido, mientras que yo estaba sentada en mi cama envuelta en una toalla.

Me dolían las piernas y no era capaz de caminar sin desestabilizarme.

Opte por la mejor opción, dormir unas dos horitas y luego empezar a alistarme para salir con Felipe.

Opte por la mejor opción, dormir unas dos horitas y luego empezar a alistarme para salir con Felipe

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Que capitulo, eh, buen provecho hermanas.

Necesito que lean los siguientes capítulos, tengo mucho drama pensado😼

Gracias por leer💙

𝐎 𝐋 𝐃 𝐄 𝐑 || 𝖤𝗇𝗓𝗈 𝖵𝗈𝗀𝗋𝗂𝗇𝖼𝗂𝖼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora