Tʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ sᴇɪs |𝟑𝟔|

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Luego de terminar de desayunar, comencé con mi ritual favorito: bañarme.

Pero lo mejor de bañarme, era lo que hacia después: el skincare. Amaba que sea algo tan mío, para hacerme un bien propio.

Y luego de ponerme miles de productos, fui a buscar a Enzo. No estaba ni en la cocina, ni en el living, ni en el baño ni afuera. Así que fui a su cuarto.

Abrí la puerta sin preguntar. Estaba en el balcón, de espaldas.

¿Tan hermoso puede ser este hombre?

No hice mucho ruido así que no se dio cuenta de mi presencia, mi vista paso de su ancha espalda, hasta un humo que se veía saliendo por arriba de su cabeza.

Luego de unos segundos tosi fingido, haciendo que se pegue el susto de su vida: pegando un saltito y dejando caer algo que tenia en las manos hacia el precipicio de su balcón.

–¿Qué haces?–pregunte, aunque era obvio lo que estaba haciendo. Él se limito a alzar los hombros–Enzo no soy pelotuda, abrí la boca.

No abrió la boca pero dejo salir el humo que tenia por su nariz mientras bajaba la vista a sus zapatos.

Me quede callada, aguantando la picazón de mis ojos que ya estaban cristalizados.

–Jose...–dijo luego de que volvió a mirarme.

–¿Por qué? Sabes lo mal que te hace–dije en un tono fuerte mientras que él apretaba los labios.

Se quedo callado. Mientras que yo comencé a negar con la cabeza.

Abandone el cuarto y fui al baño. Mientras me miraba en el espejo intentaba que ni una lagrima salga de mis ojos.

–Josefina no, tenes mascara de pestañas, se te va a correr y vas a parecer un mapache–repetí en susurros.

Luego de unos segundos allí, analizando lo que había pasado, salí del cuarto, y vi que Enzo estaba saliendo de su cuarto. Se quedo quieto cuando me miro.

Camine hacia las escaleras, muy cerca donde estaba él y cuando vi que abrió la boca, fui yo quien tomo la palabra.

–Salgo–mentí sin pensar. No podia verlo luego de que me mintió con dejar un habito que le hacia mierda a su salud y a sus pulmones, los cuales ya sufrieron una vez por este tema.

–Te llevo.

–Enzo, no hace fal...–fui interrumpida mientras sacudía mis manos.

–No te estoy preguntando, Josefina. Déjame llevarte–dijo firme, imponiendo respeto a cualquiera, hasta a mí, que lo conocía diciendo cualquier idiotez.

Sin decir ni una palabra, baje las escaleras, abrí la puerta y me acerque al auto de Enzo, esperando pacientemente a que abra sus puertas.

Se puso al lado mío y me abrió la puerta del coche, espero a que me siente y la cerro para luego sentarse en su lugar.

Se me derretía el corazón verlo hacer estos actos tan caballerosos, tan hombre. Tenia ganas de lanzarme a él y arrancarle los labios a besos, pero debía mantenerme firme.

–¿A dónde vas?–pregunto en un tono dulce mientras me miraba.

Me quede unos segundos en silencio, sin saber responder hasta que dije lo más ocurrente.

–A lo de Juani–menti mientras rezaba que Juani este en su casa.

Agarre mi celular y fui hacia su chat.

Agarre mi celular y fui hacia su chat

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𝐎 𝐋 𝐃 𝐄 𝐑 || 𝖤𝗇𝗓𝗈 𝖵𝗈𝗀𝗋𝗂𝗇𝖼𝗂𝖼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora