Vᴇɪɴᴛɪᴄᴜᴀᴛʀᴏ |𝟐𝟒|

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Mis pasos eran seguros pero torpes al mismo tiempo. Una vez que había subido las escaleras, llegando a la segunda planta donde estaban la mayoría de las habitaciones, camine por el pasillo.

No recordaba bien cual era el cuarto de Enzo, sabia que era una de las del fondo.

Habían dos puertas. Una al frente de la otra.

Abrí la de la izquierda, y sin soltar la manija de la puerta, eche un vistazo hacia su interior. La habitación estaba vacía, y partes del piso estaban cubiertos con pantalones, medias y boxers Everlast.

Esta habitación no era la de Enzo, él usa Calvin Klein.

Cerre esa puerta y me pare al frente de la otra, de la que estaba a la derecha. Suspire, sentía como el corazón me latía frenéticamente.

Los nervios me hicieron abrir la puerta sin tocar, Enzo estaba con el torso desnudo, justo estaba poniéndose la remera de pijama.

Me miro, parando lo que estaba haciendo, cerré la puerta luego detras de mí y siguió en la suya.

–Enzo...

–¿Mhm?

–No podes enojarte, me dijiste que lo haga y lo hice porque quiero que sigas con vi...–dije rapidamente. Se acerco a mi, de un segundo al otro ya estaba al frente mío, obligándome a subir un poco la cabeza para mirarlo debido a la diferencia de altura. Una de sus manos se poso en mi mejilla, moviendo su dedo pulgar en forma de caricias.

–Jose, esta bien. Quería que lo hicieras, no quiero que Matias se entere ahora y mucho menos de esa forma.

–Entonces, ¿No estas enojado?

–No.

–¿No?–repetí en pregunta debido a su tono cortante.

–O sea, si quiero matarlo ahora pero...era lo mejor–dijo, apretando los labios con esto ultimo–No veo la hora de decirle a tu hermano, era yo quien te tendría que haber besado, no ese.

Solté una risa nasal ante el apodo que le había puesto a Pipe, y más con el tono de desagrado que lo dijo.

–Me hubiera gustado que hayas sido vos–admití.

Enzo sonrió y se acerco más y más a mí, pegando nuestros labios en un tierno y cálido beso.

–Vamos. A. Tener. Que. Ir–dije entre besos y sonrisas.

–Solo unos besos más, no seas mala–hablo y luego volvió a besarme. Obvio que me quede.

Los segundos pasaron y pasaron, pero nuestros labios no se separaban.

–¡Enzo! ¡Veni!–la voz de mi hermano se escucho acercandose.

Enzo y yo nos separamos, ambos teníamos la misma cara: Ojos muy abiertos. Enzo puso una mano en mi boca, como si fuera a decir algo.

Mi hermano atino a abrir la puerta, pero fue en vano. No solo porque estaba puesta la traba, también porque nuestros cuerpos estaban encima de ella.

–¡Ya voy!–grito el morocho, golpeándome con su aliento fresco en la cara.

–Dale boludo, abrime, ¿Que estas haciendo? ¿La paja a cuatro manos?–soltó mi hermano.

Enzo y yo subimos y bajamos las cejas, muy errado no estaba.

–¡Para!–le respondió, bajo la mirada y me indico que me esconda.

Le hice señas de "¿Donde pingo me escondo?" y me señalo la cama. Me tire al piso en completo sigilo y me metí abajo de este mueble.

–Dale gil, abri...–las quejas de Matias fueron interrumpidas gracias a que Enzo abrió la puerta, haciendo pasar a el castaño–¿Viste a mi hermana?

–No–respondió Enzo con indiferencia, ocultando muy bien sus nervios.

–Uy, pero que pendeja. Bueno, cualq–se interrumpio a si mismo–Uh, tengo desatados los cordones–dijo. Luego de haber escuchado esto, paso lo que deseaba que no pasara: Matias se agacho a atarse los cordones.

Puse una mano en mi boca y me deslice hasta lo más profundo de la cama, aunque era al pedo ya que si mi hermano giraba un poquito la cabeza me vería. Porque sí, a la altura que estaba Matias se veía perfectamente su rostro de perfil.

Mi corazón iba a mil, Enzo se sento en la cama, tapando mi vista, o sea, tapando mi cara. Se lo agradecí internamente.

–Bueno, si la ves avísame–dijo Matias una vez que volvió a estar de pie.

–Si, tranquilo–dijo Enzo con el tono ese que antes odiaba, ese tono seco, amargo y arrogante. Hace mucho no lo escuchaba hablar así.

Matias salió del cuarto, y después de unos segundos salí de la cama.

–Tengo que irme urgente–dije, alisando con mis manos el pantalón y sacando las pelusas de mi top.

–Para que me fijo que no haya nadie–dijo el morocho de pelo perfecto. Abrió la puerta, asomándose solo él, luego de unos segundos que parecía una suricata, mirando para todos lados, cerro la puerta–No hay nadie.

–Mejor–dije y me arrime a la puerta. Antes de que pueda salir del cuarto, Enzo me tomo del mentón, levantándolo sutilmente y dejando un tierno beso en mis labios. Fue un beso lleno de amor, sabíamos que probablemente sea el ultimo de estos días.

–Después nos vemos–dijo mirándome a los ojos y sonriéndome con dulzura–Adios, Recalt–dijo, usando el tono serio, el que antes usaba conmigo. Me reí provocando que su sonrisa de ensanche.

–Chau, imbécil–dije, llamándolo como antes, como cuando no era más que el idiota amigo de mi hermano.

Salí del cuarto, y ni bien puse un pie en el jardín, Blas me pidió un favor.

–¡Joseee!–lo mire, estaba en la pileta con los demás, mientras Malena le comía la boca a mi hermano (Cosa que no quería ver)–¡JOSEFINAAA!–siguió.

–¡TE ESTOY ESCUCHANDO!–respondí.

–¡Agarra las llaves de mi auto que están al lado tuyo en la mesita y anda a buscar los flota flota!–hizo un cono con sus manos en su boca, como si por eso lo fuera a escuchar mejor.

Le mostré un pulgar arriba, agarre las llaves y camine hacia el estacionamiento.

Tienen 20 años, la selva amazónica en los huevos, y me piden unos putos flota flota. No lo puedo creer.

Llegando al auto, sentí pasos cerca y mi nombre en un llamado.

–¡Jose!–Me di vuelta, era Felipe. Paro de correr cuando vio que lo escuche.

–Feli.

–¿Por qué me besaste?–preguntó así sin más. Me quede dura, tiesa, quieta, inmóvil, estática, y todas las otras maneras de decir "quieta"

–¿Qué?–pregunte sorprendida y confusa. Si había escuchado, pero estaba procesándolo.

–¿Por qué me besaste?–repitió–Es por Enzo, ¿No?

Sentí que mi mandíbula tocaba el piso.

Sentí que mi mandíbula tocaba el piso

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Amo terminar los capítulos así y dejarlas con la intriga😼 (No me odien)

Gracias por leer mis chinchulinas💙

𝐎 𝐋 𝐃 𝐄 𝐑 || 𝖤𝗇𝗓𝗈 𝖵𝗈𝗀𝗋𝗂𝗇𝖼𝗂𝖼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora