Nᴜᴇᴠᴇ |𝟎𝟗|

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Este capitulo contiene escenas explícitas, si te incomodan desliza.

De un momento a otro, tomandome por sorpresa, me levanto con sus manos en mi culo, y sin dejar de besarme, me llevo hasta la cama.

Se acercaba más y más, hasta que termine acostada. En un momento rápido, Enzo se acomodó encima de mí mientras se quitaba la camisa.

Una escena perfecta.

Volvió a bajar sus besos a mi cuello, mordiéndolo y provocándome jadeos ahogados. Sus manos se movieron hacia mi espalda, desprendiendo fácilmente mi sujetador.

En un tirón, me quito el corpiño, dejándolo a un costado, en la cama.

Sus besos bajaron hacia mis clavículas, mientras sus manos masajeaban mis pechos.

Entre mis piernas, el torso de enzo bajaba lentamente, sin separar su boca de mi cuerpo, que ahora se encontraba en uno de mis pechos, mordiendo, succionando y besando. Mi espalda estaba arqueada cómo la de un gato, mientras que me mordía el labio inferior, ahogando gemidos.

Sin separar su boca de mis pechos, bajo su mano lentamente hasta mi pantalón, desprendió el botón en un tirón, para luego recorrer y bajar el cierre. Escuche la tela caer al piso.

Subió sus besos hasta mi boca mientras ambas de sus manos bajaron, deslizándose suavemente por mi cuerpo, generándome un escalofrío. Sus manos llegaron a los extremos de mis bragas, y en un movimiento lento, me las quito. Mi piel se erizo al notar que su mano ya había llegado a mi intimidad ya húmeda.

Enzo subió la vista. Su mirada intensa se encontró con la mía, normalmente sus ojos escondían su habilidad y destreza para dar placer, pero en estos momentos, sus ojos gritaban que era capaz de cualquier cosa. Pude apreciar su sonrisa, la más hermosa que había visto en mi vida. Mirarlo me hacia querer ir al limite, probar cosas que nunca se me me ocurrieron con nadie, pero quería hacerlas si eran con él. Sus ojos miraban los míos, analizando mi expresión mientras sus gestos preguntaban un "¿Puedo" mudo.

–Hazlo–le dije en tono de suplica.

Comenzó a mover dos de sus dedos en círculos para luego adentrarlos. Un gemido agudo salió disparado de mi boca.

Sus dedos entraban, salían y se movían dentro de mi cavidad, mientras con su dedo pulgar frotaba mi clitoris. Gemidos incontrolables salían de mi boca, mi espalda se arqueaba aun más y mis manos se aferraban a la cama. Luego de unos minutos de temblores, llegando a mi orgasmo volvió a subir, atrapando mis labios con los suyos. Mordi su labio en medio de el beso tan fogoso que se habiamos formado, y sonrei ante el sonido tan embriagador de su gemido.

Sus besos bajaron por mi cuello nuevamente, esta vez, del lado que no había besado. Repitió lo anterior, dejo marcas, mordió, beso, succiono.

Hubo un trayecto de esos besos húmedos hasta que volvió a llegar a uno de mis pechos. Mordiendo y besando. Luego de que un gemido lleno de extasis y placer, mis labios no tuvieron contacto al cerrar la boca. Un dedo de Enzo estaba dentro de mi boca. En ese momento, subió la mirada para mirarme, y sus ojos brillaron al ver cómo adentre su dedo a lo más profundo que pude, casi tocando la campanilla. Se lo mordí y mientras su mano se alejaba, deslizando su dedo, hacia el afuera, presione mi lengua, lamiéndoselo y recibiendo la escena perfecta para ese momento; Enzo mordiéndose el labio acompañado de una sonrisa exquisita.

𝐎 𝐋 𝐃 𝐄 𝐑 || 𝖤𝗇𝗓𝗈 𝖵𝗈𝗀𝗋𝗂𝗇𝖼𝗂𝖼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora