Vᴇɪɴᴛɪsɪᴇᴛᴇ |𝟐𝟕|

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⎯⎯ ୨ Perspectiva de Enzo ୧ ⎯⎯

Que Felipe sepa que estoy con Josefina no era algo que me agradara. No sé que tanto era de confiar. Porque parecía un buen chico, pero también parecía querer mucho a Jose.

Ahora estábamos todos en la pileta, riendo. Se me estaba haciendo TAN difícil no mirar a Josefina; se veía hermosa con esa bikini blanca y su pelo lleno de ondas, con esas vibras a playa.

Pero mi idea es seguir gustándole fisicamente a Josefina, así que intente no mirarla mucho para que su hermano, mi mejor amigo, Matias, me desfigure la cara.

Cada vez que la miraba, me quedaba con esa imagen en la cabeza. Si era por mi ya me la hubiera llevado a mi cuarto y me hubiera encargado de quitarle ese bikini.

Y lo peor es que ella estaba sentada en una punta de la pileta, sola, aunque hablaba con los demás desde ahi. Mientras que todos estábamos en el otro lado. Mis ganas de ir con ella y llenarla de abrazos era enorme, pero también era un acto suicida.

En eso que estábamos hablando, veo como Felipe fija su vista al frente, y seguido con eso se le planta una sonrisa en los labios y cruza toda la pileta, llegando a Josefina. Sus pies subieron algunos escalones, acercándose a ella.

¿Qué esta haciendo?

¿Por qué Jose tiene esa cara?

¿Por qué...?

Lo voy a matar.

Se está chapando a Josefina.

Aferre mis manos al borde de la pileta, y me fue imposible disimular que cada parte de mi cuerpo estaba tenso y tenia mi mejor cara de culo.

Ver como sus labios atacaban los de ella, en ese beso húmedo me daban ganas de ir y partirle la mandíbula de una trompada.

Pendejo de mierda.

¿Quien se cree que es?

Él ya sabe la verdad, sabe perfectamente que estoy mirándolo, y va y la besa.

Todos miraban con una sonrisa, yo me destacaban por hacer lo contrario.

Estoy seguro de que debido a mis manos haciendo fuerza, mis nudillos estaban blancos.

Estuve a nada de seguir mi impulso, de acercarme a ellos, a él, y dejarle la marca de mis nudillos en la cara.

Tome aire, y antes de poder pararme, Josefina se alejo, cabizbaja y avergonzada.

–Al frente de todos no, Feli–sus mejillas estaban rojas. Me daban ganas de alejarla de él a toda costa.

Se veía tan incomoda.

Necesitaba pararme y preguntarle ¿Qué mierda había sido eso?, ¿Que pacto había hecho? Porque el nuestro lo mando a la mierda.

El enojo se apoderaba de mí, se me estaba haciendo muy difícil controlarlo. Pero eso no fue lo peor, el tan hijo de puta me guiño el ojo con una sonrisa.

Dios dame paciencia porque si me das fuerzas lo mato.

𝐎 𝐋 𝐃 𝐄 𝐑 || 𝖤𝗇𝗓𝗈 𝖵𝗈𝗀𝗋𝗂𝗇𝖼𝗂𝖼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora