Vᴇɪɴᴛɪᴄɪɴᴄᴏ |𝟐𝟓|

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–¿Por qué me besaste?–repitió–Es por Enzo, ¿No?

Sentí que mi mandíbula tocaba el piso.

–¿Qué?–no pude evitar tartamudear.

–No hay que ser muy inteligente para darse cuenta de que como se miran no es normal–me quede en silencio por el shock–¿Por qué no me lo dijiste?–dijo. Su tono reflejaba un poco de enojo y mucha desilusión.

–Perdón, Pipe–dije un poco cabizbaja, me sentía mal.

–¿Tu hermano sabe?

Sus preguntas sin filtro, tan directas me hacían dar escalofríos

–No, aún no–respondí y él alzo las cejas–Por favor no se lo digas, por favor–él me miro, perecía pensativo–Pipe, por favor–hable en tono de suplica.

Él bufo y luego volvió a hablar.

–Bueno, pero si se entera y pregunta, YO no se NADA-contesto, haciendo énfasis en "Yo" y "Nada".

–Gracias–dije con una sonrisa, acortando nuestra distancia en un abrazo. Él puso sus manos en mi espalda y hablo en un susurro:

–Hubiera preferido que me lo digas antes–dijo, su tono era algo triste.

–Perdón. Realmente perdón Pipe. No era mi intención, no me di cuenta lo mucho que te podía llegar a herir–dije. Realmente no sabia que él sentía cosas fuertes por mi, pero me lo confirmaron los demás.

–Esta bien, no puedo hacer nada para cambiarlo–dijo, ya resignado.

–¿Te puedo pedir un último favor?–dije aún un mi cara hundida en su cuello. Sé que parecía una cara rota, pero era algo necesario.

Felipe se separo unos centímetros de mí, aún con sus manos en mi espalda y con un gesto de indignado fingido.

–Te estas abusando–dijo tratando de esconder una sonrisa. Sus ojos se clavaron en los míos, aunque sus a veces se desviaban a mi boca, pero cuando se daba cuenta volvía a fijar sus ojos en los míos.

–Porfa...–dije. Volví a poner los pies en el pasto, ya que al abrazar a Felipe, mis pies se elevaron unos centímetros.

–¿Qué?

–¿Podes hacer cómo que no sabes nada?, es decir, fingir que vos y yo...Estamos saliendo–me
apenaba decirlo, sentía que no tenia ningún tipo de derecho, y no lo tenia, pero era lo mejor.

–Si, Jose. Tranquila–frunció los labios y parpadeo lento.

–¿Sabias que sos el mejor?–dije, contenta.

–No hace falta, ya lo sabia–dijo con un ego fingido, rompiendo el momento incomodo–Dale, te ayudo a llevar los cosos estos–dijo y se acerco al auto.

Ambos llevamos los flota flota, y apenas todos nos vieron, algunos hicieron comentarios.

–Tardaron mucho ¿No?–hablo mi hermano

–Aayy, la parejita–opino Blas.

–Aawww–Dijo Fran.

–Los tortolooos–grito Esteban.

–Traigan la champeta que vamos a celebrar–dijo Pardella, imitando a un camionero de voz ronca.

Enzo estaba ahí, no dijo nada pero escondió sus ganas de matar al pobre chico que estaba a mi lado.

Mire a Feli de reojo, y tal como había prometido, hizo como si la charla que tuvimos minutos atrás no hubiese existido.

Él castaño paso un brazo por mis hombros, atrayéndome hacia él en un abrazo y mirándome con una sonrisa de oreja a oreja. Cuando vio que yo no sonreía (Estaba muy sorprendida de que estaba tan dispuesto a ayudarme) abrió los ojos, y caí en cuenta que yo también tenia que sonreír.

𝐎 𝐋 𝐃 𝐄 𝐑 || 𝖤𝗇𝗓𝗈 𝖵𝗈𝗀𝗋𝗂𝗇𝖼𝗂𝖼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora