CAPÍTULO 13

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Scarlett

—¡MI NIÑA! —corrió la mujer que estaba enfrente mío con los brazos abiertos hacía mí. —. ¡Te extrañé mucho, querida! ¿Me extrañaste? ¡Porque yo sí! —Ella me besaba cada parte de mi cara y me llenaba de abrazos sobre mí sin reaccionar.

Yo me encontraba tan estática como un muerto.

Tarde o temprano estaría entrando a una crisis existencial sobre qué hacer, en estos momentos de encontrarte a alguien de hace mucho tiempo que te trato del carajo. No me nació el corresponderle el abrazo, pero tampoco me quede como boba viendo a la nada.

La miré a los ojos y ella a los míos. Mi mirada era de impresión, decepción y hasta sorpresa. Mientras que los de ella eran de egoísmo, desprecio e hipocresía.

—Oh ¿me puede dejar a solas con mi pequeñita, por favor? ¡Se lo agradecería mucho! —habló la contraria, mientras agarraba mi cara y me la ponía en su pecho, abrazándome con tremenda fuerza que me asfixiaba literalmente. La enfermera que tenia una sonrisa en su rostro asintió con la cabeza, y mi doctor alzo su dedo pulgar indicándome que todo estaría bien y ambos salieron. —¡Gracias!

¡Nunca dejara de ser tan hipócrita!

Ella me saco una silla de la mesa de terapia y se sentó también enfrente de mi. Mi expresión solo se reflejaba la confusión, el shock e impresión de volverla a ver. Ninguna emoción que fuera de alegría la sentía por tenerla enfrente mío.

¿Me sentía feliz? JA. Ni esa me la creería.

—¿Qué haces aquí? —por fin mis palabras fueron escupidas de mis labios.

Ya estaba acostumbrada a escuchar sus excusas y tontos pretextos de que hacía ésto y que hacía lo otro. La llegué a conocer más al fondo por las mismas mentiras a la gente.

Oh quería señora Emilia, ¿Acaso no se cansa de siempre llevar a cabo su papel de ser la buena en este pequeño teatrito que hacía?

—¿Así recibes a tus visitas? Yo no te eduqué así, Scarlett. —dijo mientras buscaba algo de entre su bolso.

Su vestimenta llena de extravagancia, daba un aura de tener poco interés de estar conmigo. ¿O me equivoco?

Portabaun abrigo enorme de color café de cuero. Uñas largas pintadas de rojo. Su abundante cabello negro estaba peinado con gran exageración. Tanto labios, ojos, mejillas y su mayor parte de la frente, estaban cubiertas de maquillaje. Muy maquillada a decir verdad.

Cómo adoraba antes su belleza natural, pero así era ella ahora y no podía decir nada.

Para qué decir algo, sí ni me importaba ya.

—Solo preguntaba. No esperaba tu visita. —musité, viendo como de entre sus dedos sacaba un cigarrillo y buscaba otra cosa más.

—Oh, bueno, tu doctor me llamo a que viniera. ¿No te emociona verme? —su vista seguía abajo. Fue entonces que sacó un encendedor y se dirigió el rollo de tabaco a sus labios, incendiando éste con fuego y girar su vista hacía mí.

Inhaló su cigarrillo y exhaló el humo cerca de mi cara. Rápidamente con mi mano esparcí en el aire para que no me llegara directo a la cara, pero por desgracia llego a mis fosas nasales y mi boca, por lo que comencé a toser horriblemente por el ardor en mi garganta que se presentaba ahora.

—¡¡Sabes que no soporto que fumen cerca de mí!! —grité enojada por su comportamiento tan puberto.

Ya ni yo que era una adolescente me portaba de esa manera.

—¡Ayyy¡ Que delicada te has vuelto. —fumó otro poco y lo saco a otra parte de la habitación.

—¡Ya dime a qué viniste! No necesito que vengas. Estoy mucho mejor sin ti —Ya me estaba fastidiando de su presencia, por lo que no soporté más y me levanté de mi lugar dispuesta a irme, con mi ceño fruncido cada vez más por verla tan insensible. —. ¡Me iré sí no te vas tú!

SOMOS CINCO EN UNO [Parte I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora