CAPÍTULO 7

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Scarlett

Una semana después.

Todo marchaba… ¿normal?

Ya habían pasado unos cuantos días desde que ya se habían ido mis amigos del hospital.

Me encontraba en mi habitación acostada, teniendo frío, con ganas de quedarme ahí todo el día, pero sabía que dentro de unos minutos más, iría a terapia. Era sábado y no me gustaban los sábados.

Estaba frente al pequeño espejo rectangular que estaba recargado en mi almohada, viendo a mis identidades y ellos a mi. Se sentía raro el ambiente sin saber la razón.

—¡Tengo frío chicos! —chillé cubriéndome con mi sabana.

—Pues tapate. —habló Matthew con obviedad que todos también soltaron una pequeña risa.

—Cuando salgas, cúbrete bien en tu cabeza, ponte tu gorro, los guantes y súbete el cierre del suéter. —demandó Lucy y yo asentí con la cabeza.

A veces Lucy me tratara como mi mamá.

Mire el reloj y solo faltaban 10 minutos para irme, observe que todo estuviera limpio y por fin me anime a levantarme de mi cama e ir a lavarme la cara. Acomode mi sábana, coloque el espejo pequeño bajo la cama, me puse los zapatos, fui al lavado y los volví a mirar en el reflejo del espejo del baño.

—No quiero ir… —hice un puchero de enfado mientras lavaba mi rostro y después me la secaba con mi toalla.

—¡Tienes que ir mocosa, sabes que tanto a ti como nosotros la necesitamos para no cometer una estupidez, ahora quiero que te abrigues bien y vayas a la maldita habitación de terapia! ¡¿Entendido?! —habló firme y yo asentí bajo con la cabeza.

—¿Lucy…? —habló Bonnie y todos la miramos. La mencionada alzó su cabeza dándole a entender que pudiera continuar. —. ¿Y por qué no en está ocasión… Yo puedo ir?

Yo me quede sumamente sorprendida, no porque Sol había dicho que sí podía salir, si no porque Lucy sin dudarlo, aceptó.

—¡¿Estas loca?! ¡¡No puede ir, es solo una niña!! —dije en protesta señalándola.

—Créeme, confió más en Bonnie que en ti.

Eso me dolió.

—¡Oigan, oigan…! —hablo Matthew y todos miraron a su lugar. —. ¿Y por qué a mí no me dejan salir?

—¡¡Hey, y a mi por qué no me dejas salir, yo siempre quedo al final, TODO EL TIEMPO!! —habló Zafiro mientras se señalaba a sí misma con su pulgar a su pecho.

—La razón por la que a Matthew no lo dejo tener el turno,bes porque siempre se va a fumar y tú porque siempre estás de malhumorada; so es irritable para mí. — Lucy miró a los mencionados con el ceño fruncido, pero con una diminuta sonrisa de lado. Quería dejar todo en claro solo con su maldita mirada pesada.

Yo me quede confundida, ¿Acaso todos querían salir solo por estar con el nuevo y amistoso psiquiatra? Ó ¿Sólo querían estar todo el día teniendo mi cuerpo?

Supongo que la segunda opción.

Otra vez comenzaron a gritarse, uno contra otro y luego el otro con el siguiente. Agarré con fuerza mi cabeza por el retumbar de su voz en mi mente, pues comenzaba a sentirme mareada, estaba casi por desmayarme del dolor insoportable en mi cabeza.

Pero corto duro el momento, al escuchar que Alan había puesto orden al lugar con un poderoso grito, fue del modo que se calmo la situación:

—¡¡YA CÁLLENSE TODOS, SILENCIO!! —exclamó Allen y todos hicieron su petición. Suspiró molesto y volvió a hablar. —. Nunca pueden tener orden. ¡¡NUNCA!! Siempre se la pasan peleando y no ponen ningún maldito turno específico. ¡¡Tú Lucy, sí tienes más mando en esto, por qué no pones empeño en el turno!!

SOMOS CINCO EN UNO [Parte I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora