CAPÍTULO 24

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Miércoles.

La mitad de la hermosa semana que estaban teniendo.

Eso sólo podía significar una cosa, hoy le tocaba al alocado de Matthew salir.

—¡Oh sí, oh sí! —gritó emocionado mientras acomodaba su cabello en una coleta, se colocaba su gorra y ponía sus cigarrillos debajo de ella.

»¿A dónde vas?« —preguntó Lucy.

—Iré a la lavandería. —informó con energía.

Se agachó para terminar de amarrar las agujetas de sus tenis y caminó al closet para sacar su skate que estaba encima de un carrito pequeño de carga. Puso toda la ropa sucia dentro tapándolo con una manta y lo fue jalando hasta afuera del departamento llevando su patineta por debajo de su antebrazo.

Al salir, miró que funcionaba ya el elevador de milagro, pues el día de ayer notó que lo habían reparado. Subió dentro con toda la calma del mundo, sin tener la más mínima perspicacia de que alguien se encontraba observándolo desde lo lejos del pasillo.

Cuando llegó al primer piso, salió a la calle y miró a todas partes buscando si no se encontraban personas en el camino y tropezar con ellas.

Sacó sus auriculares, los colocó en el celular para escuchar su música en el reproductor y comenzó a jalar el carrito lleno de ropa, dispuesto a ir a su destino. Tomó impulso al caminar haciendo que al mismo tiempo, preparaba su skate para ponerla en el suelo, subir en ella y yéndose a andar entre la calle con ese estilo único que lo caracterizaba.

Agarraba con fuerza el carrito de no soltarlo, mientras patinaba y se daba impulso con su pie para seguir avanzando.

Las personas miraban sorprendidos al ver a una "chica" andar en skate, pues también era raro verlo. Sin embargo para él, era normal.

Quería verse normal.

Al llegar a la tienda de servicios de lavandería, saludó a la amable anciana que era la encargada del lugar y pasó a tomar una lavadora, hecho la ropa de color primero, echó un poco de detergente con agua y empezó a enjabonar.

Mientras esperaba el tiempo limitado que otorgó al lavado, se fue a sentar en unas sillas de espera de ahí. Puso su skate arriba del carrito y espero sentándose en comodidad estirando sus pies en el suelo.

—Mmm, veamos… qué música pondré —Se decía a sí mismo viendo su celular muy concentrado. De pronto, sintió un leve apretón en su hombro haciéndolo dar un pequeño pero brusco brinco del susto. —. ¡Ay, mierda!

—¡Wow, wow! Tranquila, soy yo. —Frank había llegado detrás de él, por lo que soltó una risa nerviosa por asustarla.

Ay, no… Frank está aquí. —pensó Matthew.

—Ah... hola, hermano. ¿Qué tal tu día? —preguntó, quitándose los audífonos.

—Pues… meh, voy a lavar ropa. Hoy me tocó descansar. Además, mi hermana va a venir cansada y me tocó hacer los deberes —agarró una porción de su ropa y la metió en otra lavadora. —. ¿Y tú?

—Ah, pues… hoy trabajé duro. Ya al final me vine a lavar ropa igual —Se mordió sus labios nervioso, haciendo que su talón del pie comenzara a chocar varias y rápidas veces al suelo.

Estaba ansioso porque nunca había conversado con otro amigo que no fueran de gran confianza. Los únicos que tenía era a William, Allen y el doctor Richard.

Igual quería conocer a su vecino para ver qué tan divertido podía llegar a ser.

—Me da gusto. —Frank se extrañó por la forma en que hablaba, era un tono divertido pero algo… ¿masculino?

SOMOS CINCO EN UNO [Parte I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora