CAPÍTULO 19

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Scarlett

»Scarlett…«

Escuche la voz de Lucy en mi cabeza tratar de despertarme, pero es que estaba tan dormida, que apenas si podía escuchar lo que estaba a mi alrededor.

No conteste, pensé que era producto de mi sueño o algo así, hasta que la volví a escuchar pero con un tono más serio, fuerte y grave a la vez.

»¡Scarlett!«

Me removí en la cama soltando un quejido de molestia, dándome la vuelta a la pared para estar más cómoda entre mi cama. Quería seguir durmiendo por solo cinco minutos, y el que ellos estuvieran hablando, no ayudaban en nada. ¿Acaso eso es de mucho pedir?

—¡Dejen dormir! —bufe molesta e intente dormir más.

»¡¡SCARLETT, MALDITA SEA, YA LEVANTATE QUE SE NOS HARÁ TARDE!!«

Desperté dando un salto del susto por haberme gritado estrepitosamente.

Me senté en la cama quedando con el trauma de despertar tan de repente, tallé mis ojos levantando mi perezoso cuerpo de la cama y fui directo al baño, me daría una ducha rápida para estar lista al momento en que mi doctor viniera por mí. Cuando terminé, preparé todo lo que había dejado en desorden, la cama, el baño, etcétera.

Decidí salir al pasillo del hospital, dirigí mi rumbo a la oficina principal del director que me esperaba antes de irme, llevándome la sorpresa del día, que mi doctor Richard yacía platicando con el doctor Elías con una mochila en sus manos.

El doctor Elías contenía en su mano, un sobre amarillo pequeño que no sabía qué era pero me daba curiosidad saber.

Me escondí entre la pared esperando que se desocupara para poder acercarme y dar mi agradecimiento por su ayuda que tuve en estos años. Mientras esperaba paciente, escuché algo que me interesó bastante a decir verdad, presté atención a eso que decían, mirando de reojo sobre la pared.

La discreción conmigo era un don que porté.

—¿Crees que estén bien? —preguntó el director.

—Sabes que durante mucho tiempo me maté noches sin dormir, por darle la mejor terapia a ellos. —contestó mi doctor.

—Espero que no nazca otra identidad. En dado caso que llegue a suceder, tendremos que darle otra terapia más profesional.

—Tranquilo, además las identidades salen cuando son niños. Ella ya es adulta.

—Confiaré en ti, amigo. Asegura de llevarla a su casa con bien. Sí tiene más inconvenientes durante el transcurso de su hogar, házmelo saber, Richard.

—Por supuesto, te daré los detalles en cuanto llegue. Nos vemos. —Y en cuanto dijo eso, salí de mi escondite improvisado y caminé a donde estaban ellos a pasos lentos.

—¡B-buenos días! —saludé bajo.

—¡Oh, Scarlett, buen día! —correspondió mi saludo mi doctor.

—¡Buen día, señorita! ¿Todo bien? —preguntó el doctor Elías.

Asentí con mi cabeza y me acerqué más para agradecerles lo cuán feliz que estaba de volver a la ciudad. El temblor en mis manos era bajo, pero trate de disimular en que no se notara mucho.

Tal parecía que era un títere bajo el control de los nervios.

—Le agradezco tanto a usted, a los enfermeros y a mi doctor que puedo volver a la ciudad e integrarme entre las demás personas —dije amablemente. —. Sé que fue duro mi proceso, pero en verdad les agradezco su buen trato que nos dio a nosotros.

SOMOS CINCO EN UNO [Parte I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora