💋 𝒲𝒾𝒸𝓀ℯ𝒹 𝒢𝒶𝓂ℯ𝓈 💋 [𝓈𝓂𝓊𝓉-𝓈𝒽𝑜𝓉𝓈 | 𝓂𝓊𝓁𝓉𝒾𝓈𝒽𝒾𝓅]

neroni & pomelo 💋 Maylor

N/A - El siguiente shot toma lugar en el universo de Hand me the world in a Silver Platter, que es un omegaverse Maylor que está en mi perfil. Temporalmente, después de los hechos del fic :3 

Disclaimer: M-Preg —. Si no te gusta... te extrañaré hasta la próxima <3

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Era imposible no reconocer esa fragancia de menta y jengibre que inundó sus fosas nasales, y el sonido del portón metálico que guardaba la entrada al palacio lo hizo levantarse de un brinco de la cama. Al menos tan efusivamente como podía para no poner tanta presión en la espalda baja. Y de la misma forma se esmeró en descender por la preciosa escalera en espiral hacia la puerta. Las caras de espanto y de cuidado de muchas de las mucamas y algunos guardias le recordaron de que no era prudente bajar corriendo, y trató de controlar la velocidad para no irse de narices contra el suelo. Y, sin embargo, nadie lo privó de lanzarse a los brazos de Brian a penas lo vio cruzar por el corredor, y dirigirse hacia él con los brazos extendidos, listo para recibirlo. 

Por instinto escondió su rostro en su cuello, e inhaló su perfume más de cerca, encontrando en el aroma de su Alfa una sensación de paz que le hizo falta todos esos días que permanecieron separados. Lo extrañó como nunca; y no era un tema de dependencia emocional tóxica, como al inicio creyó con cierta vergüenza. No se acostumbraba, a pesar de haber pasado un año en casa de los May aprendiendo a ser Omega, a los impulsos biológicos que se dispararon apenas Brian lo marcó como suyo. Peor desde que quedó en cinta, no de uno sino de dos pequeños herederos al trono de Inglaterra que le pateaban hasta la madrugada, también preguntando dónde carajo estaba su padre, que les cantaba las buenas noches sin falta y en esos días se había ausentado. El embarazo lo había hecho demasiado emocional, y a tan solo un par de meses de tener que dar a luz no podía pensar en nadie que no fuera Brian, junto a él en la seguridad y tranquilidad de su nido, abrazándolo y besándolo y recordándole de que todo iba a salir bien. 

No había salido de su nido en lo que venían a ser unos buenos tres meses, por lo que notó en el rostro entretenido de sus sirvientas de más confianza, que habían corrido despavoridas tras él al verlo salir del cuarto, una expresión de satisfacción al notarlo contento. 

—Mi amor, ¿cómo has estado? Te extrañé muchísimo... no te imaginas. Los chicos te mandan sus saludos —murmuró el mayor contra su pelo, y lo depositó en el piso con cuidado de que no cayera con mucha fuerza, si bien el menor se mantuvo de puntitas para estar lo más cerca de su rostro. 

El rubio se quedó contemplando las facciones de su Alfa como si no lo hubiese visto en un siglo; nada había cambiado, lo cual era natural ya que apenas había estado ausente unos seis días y a penas se notaba el esbozo de la barba que se dejó crecer en el Mediterráneo; pero para él era reconfortante comprobar que el resplandeciente y genuino amor que le tenía seguía brillando con fuerza en sus pupilas. 

—J'ai souffert , pero ahora que volviste creo que me siento mucho mejor, ma vie —contestó, y se volvió acercar para que lo acune en sus brazos. 

El rizado le dio un par de instrucciones a sus criados para que lleven las cosas de su viaje hacia la alcoba respectiva, que llevaban sin utilizar desde hace meses, con excepción de una sola cajita de madera que Maureen, la primera doncella de compañía del ojizarco, tomó con cuidado. Brian procedió a cargar en brazos a su esposo cual novia recién casada, y lo llevó de regreso a su nido con cautela de no resbalar o pisar en falso. Le preocupaba mucho lastimarlo a estas alturas de la espera y lo hubiese ayudado a caminar; pero al notarlo contento, sin un rastro de desconfianza conforme se apegaba a su pecho y lo miraba con esos hermosos zarcos semiabiertos, y aferrado con dulzura y fuerza de su cuello... pues, se rehusó a soltarlo.