desde tus ojos 💋 Dealor

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El vendaje no le permite distinguir como tal figuras, solo manchas de movimiento y uno que otro destello de luz de la lámpara que tenían en el velador. Roger le había dicho que así era como se veían las cosas desde su perspectiva... al menos desde el accidente que había hecho que el rubio perdiera casi la totalidad de su vista. 

El prístino azul cristalino de sus ojos no había desaparecido a pesar del incidente. Era un tema neurológico que había disminuido la recepción de luz por parte de sus retinas una vez que fue expuesto a una corriente eléctrica, por lo cual a plena vista poco había cambiado. Pero no era el caso. El mayor le decía muchas veces que lo último que recordaba ver, antes de que el mundo se oscureciera para siempre, eran sus ojos grises pintados de pánico. Dentro del pánico estaba ese amor que indudablemente tenía por él, y que fue lo que le hizo sentir seguro a pesar de que su subconsciente le advertía que algo trascendental iba a pasar cuando vuelva a abrir los ojos.

Su vida iba a cambiar, y cambió.  

Esa noche, el rubio se aseguró que sus ojos fueran lo último que pudiese ver antes de pedirle que se coloque la venda. Los ojos del rubio no estaban precisamente enfocados en los suyos cuando se le acercó, pero tomó su rostro entre sus manos y palpó su cara hasta dar con ellos, y pudieron tener un momento de dulce contacto visual que John apreció incluso más cuando el rubio le sonrió en grande. 

John sabe que su novio no está convencido de que sea una buena idea, a pesar de encontrar tierna y considerada la propuesta. El castaño propuso un pequeño juego en el dormitorio: el vendaje era muy BDSM después de todo, y ellos nunca se atrevieron a tanto. Pero el objetivo de la utilería no era la adrenalina del ceder control en medio de una sesión de sexo intenso, sino el entender cómo era que el rubio percibía ahora el hacer el amor con él. 

—¿Estás cómodo, amor?

—Sí, Rog, tú continúa —asegura el castaño sin moverse, y puede escuchar claramente a su novio ir de lado a lado en la habitación para encender la radio. 

Pudo notar el cambio de contraste cuando el mayor apaga la luz de la habitación, de modo que les acompañan un par de focos en forma de velas para disminuir incluso más la entrada de luz, y complementar el ambiente romántico siquiera como una mera formalidad. 

—Me dices si es que es demasiado... en serio —. La insistencia de Roger viene acompañada de un aire de pena. 

John sabe también que a su novio le tomó mucho tiempo el acostumbrarse a su predicamento. Pero lo había sobrellevado con una valentía increíble, y un amor por la vida que conservaba que era admirable.

—Estoy cómodo, te confío todo... sabes lo que haces mucho mejor que yo. Eso no cambió nunca—ríe genuinamente el menor, y aún sin ver su cara puede imaginarse la sonrisa en el rostro de su novio cuando este se acerca a besar su mejilla, si bien con algo de torpeza. 

Se pregunta si Roger igual se imaginaba su sonrisa a menudo... si aún la recordaba con claridad. Esperaba que sí, porque el ojizarco lo hacía sonreír todo el tiempo con sus ocurrencias y locuras. Esperaba que el rubio supiera lo feliz que lo hacía, a pesar de no porder ver la felicidad que se encontraba perpetuamente tatuada en su rostro cuando estaban juntos.

—Bien... en tal caso, recuéstate, Deacy. Ten cuidado de no irte muy al borde —indica, y el menor obedece, posicionándose asertivamente en la mitad del enorme colchón de la cama de ambos. Escucha cómo las pantuflas del rubio caen sobre la alfombra; un puff casi imperceptible, pero es un ruido familiar a la vez y le saca una sonrisa imaginar al rubio pateando agresivamente las cómodas zapatillas como siempre lo hace. 

Siente su peso al otro extremo de la cama, y la manera en la cual el colchón se hunde con cada movimiento suyo conforme gatea hasta dar con él. Las manos del rubio palpan sus pies, y es breve en retirar sus medias con cierto cuidado. El frío de la noche se siente un poco más claro en las plantas de sus pies, como si su sentido del tacto se sintiese forzado a maximizar todo a fin de  que nada lo tome desprevenido. 

Las manos del ojizarco regresan a sus piernas, y se guía con ellas conforme las recorre para poder posicionarse entre ellas. Se sienta sobre su pelvis a horcajadas, y las manos del rubio continúan su recorrido por su abdomen, y su pecho, y su cuello hasta dar con sus labios. Es el primero en acercarse para robarle un profundo y largo beso, y frota su nariz con la suya para sellarlo con un beso esquimal que hace que el menor ría despacio. 

—Voy a quitarte la ropa, ¿bien?

John asiente, y responde con un sutil  que se pierde bajo los acordes de una canción de Elvis Presley que acompañan al rubio conforme se deshace de cada prenda. John sabe que también se ha quitado su ropa cuando siente su aporcelanada piel rozar con la suya, y cuando el rubio se lo advierte igual solo por si acaso. 

Sus movimientos son lentos, calculados. Su voz resuena suave en la habitación y su risa tiene una calidad aterciopelada cuando sus rostros chocan en un inocente intento de sellar otro beso. Se sobrepone en cada advertencia una textura dulce que contrasta con los gritos y carcajadas que son características del de cabellos claros, quien usualmente es muy atolondrado pero se presta particularmente cuidadoso cuando por fin aproxima sus caricias a su entrepierna, y el camino de besos en su abdomen terminan en una larga tortuosa lamida desde la base de su miembro hasta la punta. 

Le tienta la idea de levantar un poco la venda y toparse con la sensual imagen de su novio haciéndole una mamada, pero no planea irrumpir en el momento. Se lo imagina, porque lo han hecho tantas veces que tiene grabada la escena en su cabeza. La dicotomía entre las angelicales facciones de su novio y la obscenidad de sus actos cada que su pene desaparece entre sus rosados y hambrientos labios una y otra vez, a una velocidad cada vez más tosca y desesperada que se replica ahora con total naturalidad. Sus oídos captan el chasquido húmedo que hace eco en el cuarto, y la respiración agitada de su novio por debajo de los gemidos de ambos. 

El sonido de cada beso que este le deposita en cada centímetro de su longitud antes de bajar las atenciones a sus testículos, y sellar el recorrido cerca de su entrada. No poder admirar de frente la concentración del menor cuando lo prepara para penetrarlo es bizarro, pero lo compensa el sentir sus manos, cuyo tacto conoce tan bien. La suave superficie de su piel, en la que se mezcla la áspera callosidad en las yemas de sus dedos causadas por tanto tocar la batería y la guitarra en su tiempo libre. Le nace separar un poco más las piernas y levantar su cadera para facilitarle el trabajo, y el rubio vuelve a reír agradeciendo en un susurro. 

Le advierte también cuando está por verter algo de lubricante, si bien John reconoció el sonido de la botella abriéndose, y el rubio le comentó que iría por ella hace poco. Nunca antes se había percatado tanto del ligero olor a manzanilla que tenía la mezcla, ni fue tan clara la sensación de frío que lo hace estremecer una vez que el ojizarco se digna a acercar sus dedos y continuar con su trabajo. 

Su cuerpo se ajusta al grosor de su pareja cuando por fin se introduce en él, y su mente una vez más se imagina cada reacción de su rostro conforme lo escucha gemir y gruñir a lo bajo. Tiene presente cada uno de sus gestos, y cada una de sus expresiones. Ese fruncir de su ceño cada que murmura un oh, Dios, y la manera en la que se muerde el labio cuando pronuncia entre suspiros su nombre. 

John se pregunta por un instante si ese tipo de imágenes se construyen en la cabeza de su novio también; si el rubio tiene en su memoria guardadas igualmente esos pequeños gestos suyos que solo él conoce de sus momentos de intimidad. El castaño recorre con sus manos lo que alcanza a tocar del cuerpo mayor, y las termina entrelazando con las manos contrarias cuando están por alcanzar el clímax. 

Se da cuenta de que nunca había reparado en cuán precioso suena al llegar al orgasmo, ya que siempre se enfocaba en analizar su semblante de placer; y poderse centrar en esas otras cosas lo hacen amarlo más... como si eso fuera posible. 









Oficialmente me faltan menos de diez shots ✨👀🔥 y nada, me emociona tanto haber llegado a los 2k de vistas AHHH que puse fotitos en todos los shots para que que queden aesthetic xd. Me hacen feliz. 

Gracias a todxs por su apoyoooo. Se que no son los fics mega cochinotes que la categoría 'smut-shot' sugiere, pero sigo escalando mi nivel de comfort escribiendo esto juju (aparte de que luego Wattpad me funa... espero no me fune por las fotitos tho 💀). 

Se los quieree :3

💋 𝒲𝒾𝒸𝓀ℯ𝒹 𝒢𝒶𝓂ℯ𝓈 💋 [𝓈𝓂𝓊𝓉-𝓈𝒽𝑜𝓉𝓈 | 𝓂𝓊𝓁𝓉𝒾𝓈𝒽𝒾𝓅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora