05
La ansiedad lo consume de pies a cabeza, busca tener un control en su mente para no marcharse y poder tener el valor de ingresar al hanshi aún si no cree tener derecho de estar ahí. Cuando está por deslizar la puerta, se detiene, encoge su brazo y apoya su frente en la puerta, era como si buscara de un lugar a la que sostenerse para no caer, para ser aún consiente de que estaba despierto y que aquello no era una alucinación o un sueño, y no lo era, era una realidad a la que le era dificultoso enfrentar, pero simplemente no puede retroceder cuando había llegado tan lejos en tan poco tiempo. Hay un dolor en su pecho, uno que quema y punza, como una herida que se creyó cicatrizado pero que en un descuido se abrió para sangrar sin cesar. Cada latir de su corazón es difícil de asimilar, lo único que puede hacer es llevar una mano en la dirección de su pecho y apretar ahí, buscando calmar aquella sensación tortuosa que traía recuerdos de un cálido pasado cuando vivía Recesos de las Nubes, cuando podía entrar y salir de Hanshi sin necesidad de dudar como ahora, de pensar de que si aún era digno de ser el Lan Furen de Gusu.
Golpea su frente en la puerta, insultos para si mismo salen de su boca, llena sus pulmones de oxígeno, que en segundos fue liberado en un suspiro pesado que dejó ir emociones que lo retienen. Entonces, con lentitud, desliza la puerta, duda en ingresar, pero vuelve a inhalar y sin volver a pensarlo, ingresa y lo primero que veen sus ojos es una oscuridad que consume el interior del Hanshi. Entonces prendió las velas y se adentro más al interior, en el lugar que cualquiera puede sentirse solo si viviera ahí, y si no fuera porque todo estaba bien acomodado, sin tela de arañas y sin polvo, creería que el Hanshi había sido abandonado desde hace mucho.
Un suave aroma a lavanda acaricia su nariz, pronto, su cuerpo parece dejar ir toda su pesadez y en cambio, se siente relajado como nunca antes lo había estado. Aquel aroma parece estar impregnado en cada parte de Hanshi. Cuando sigue el aroma a lavanda, cae en cuenta que el aroma en donde es más intenso es en una cuna y en el lecho. Entonces, su corazón se aprieta al considerar que aquel aroma era de Jingyi. Su cachorro que inconscientemente a impregnado el Hanshi con su propio aroma, y con sólo oler, Jiang Cheng sabe que su cachorro es un Alfa, un Alfa dominante como su padre. su nariz también capta un aroma, uno muy débil, opocado por el aroma a lavanda, pero Jiang Cheng reconoce ese aroma a sándalo, parece como si le estuviera dando la bienvenida. Pensar en eso sólo hace que el corazón de Jiang Cheng deje de doler tanto para poder sentirse abrigado y consolado. Jiang Cheng ignora su impulso al no querer ensuciar el Hanshi de cosas mundanas le impide tumbarse sobre el lecho para embriagarse del aroma de Alfa y su cachorro.
Va en busca de túnicas que pudiera utilizar, encuentra túnicas que fueron suyas, todas están en perfecto estado y muy limpias, sin embargo, para su cuerpo, las túnicas le quedan cortas en los brazos y piernas, una gran evidencia de que había aumentado en estatura; sus caderas eran más anchas de cuando era un adolescente, así que las túnicas que utilizaba durante su adolescencia no hacía justicia a su cuerpo actual, así que los deja a un lado y va en busca de una mejor opción, lo cual coge en sus brazos con una sonrisa ligera y con la mejillas algo coloradas. Aquellas túnicas eran de Lan Xichen. Estar en el Hanshi había mejorado el estado ánimo de Jiang Cheng, sin embargo, aquello duró poco, pues al tener las túnicas listas, debía de ir a la Primavera Fría tal como había dicho, debía de tratar sus heridas y limpiar su cuerpo.
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•Eran pasadas de las nueve y Jingyi no sabía que hacía afuera de la cama, su aya a su lado lo sostiene de la mano mientras que de la otra mano venía A-Yuan que los acompaña, parece soñoliento, cansado y de malhumor por no haber descansado como debía ser. No era el único, Jingyi también lo estaba, de vez en cuando soltaba bostezos, y su vista se nublaba, sus párpados pesan, están por cerrarse, pero el no querer tropezar al caminar lo mantiene un poco despierto. La frustración hace que quiera tumbarse en el suelo y hacer un berrinche, pero sabe qué ya está en la edad suficiente para comportarse como todo un Lan, además, no era de su pasatiempo favorito hacer pasar un mal momento a su aya. Lo único que Jingyi añoraba era fusionarse con la sábanas del lecho de hanshi y dormir tanto como pudiera, y quizás, que al despertar, pudiera encontrase con su padre, cierto, pasó un mes desde que vio a su padre. ¿Cómo se encontraba él? No lo sabe, pero su abuelo Qiren dice que se encuentra bien.
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Descendiente De La Fuerza Y Pureza | Xicheng
Romance¿Quiénes son los cuatro Jiānhùrén? Fue la pregunta de muchos al ser la habladuría más famosa en todas las regiones de China. Chismes que buscaban manchar sus imágenes, historias discribiendoles como dioses en medio de los mortales, anécdotas de much...