felipe otaño.

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Dayana & Pipe



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Amaba los jueves y no solo porque era el día en el que salía más temprano de la universidad, sino que porque era el día en el que el mejor amigo de mi hermano iba a mi casa. Todos los jueves sin falta él estaba en mi puerta a las 4:00 en punto.

Pero siendoles honesta no solía cruzar más de seis palabras con Felipe, mejor amigo de hermano, y no porque no quisiera sino porque él no solía acercarse a mi. Incluso llegué a pensar que le caía mal, pero según mi hermano yo le caía de maravilla.

Llevamos de conocernos desde que tengo memoria pero en verdad no puedo evitar que me guste, claro que es un amor imposible pues a pesar de que yo en la vida le podría mi gustar, mi hermano no permitiría que saliera con el. Así que solo me limito a verlo cada jueves en mi casa y cada que puedo en la universidad.

Como siempre, estaba mirando el televisor mientras que Felipe y mi hermano estaban en su cuarto haciendo cualquier tontería, miré el reloj y me cuenta que ya eran las seis de la tarde, mi estómago me dolía del hambre que tenía, así que decidí levantarme a la cocina para prepararme algo de comer.

Saqué los ingredientes para hacer una ensalada césar y me dispuse a prepararla, al cabo de un rato escuche pasos en las escaleras y supuse que era mi hermano que bajaba a buscar comida. Subí la cabeza y me encontré con Felipe buscando comida en la alacena.

― Tenemos papas y palomitas en el segundo cajón a la izquierda, por si quieren ― el solo me miró por unos segundos y asintió con la cabeza para luego buscar en el lugar que le indique

― ¿Te puedo hacer una pregunta? ― cerró el cajón me miró con interés, tomé eso como un si y comencé a hablar ― Te caigo mal, ¿no es así?

Se me quedó viendo durante algunos minutos, mi corazón latía con euforia: sentía que me estaba analizando hasta el alma. Se acomodo el pelo para atrás y eso solo provocó que me sintiera aún más nerviosa al ver lo atractivo que se veía.

― No me caes mal, te conozco desde que naciste ― sus palabras me hicieron sentir como si él fuera un anciano de ochenta años que me vio crecer, aunque en realidad solo me llevaba seis años.

― No hables así, me siento como niña chiquita ― logré que una pequeña risita saliera de sus labios ante mi comentario haciendo que me la contagiara ― Extrañaba esto ― dije haciendo referencia a estos pequeños momentos en los que convivimos

ONE SHOTS. cast lsdlnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora