matías recalt

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Riana & Matías


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Hace más de tres años que Matías y yo comenzamos nuestra relación. Desde el principio, sentimos una conexión especial, una complicidad que nos unía de una manera única. Sin embargo, aunque nuestro amor crecía cada día, había una sombra que siempre nos acechaba: la familia de Matías.

Nunca entendí por qué, pero desde el principio, su familia parecía no aceptarme del todo. No había razón aparente, pero sus tías y abuelas siempre me miraban con desconfianza, hacían comentarios sutiles pero hirientes, y nunca sentí que me acogieran con los brazos abiertos como a una más de la familia.

A pesar de esto, intentaba mantener la armonía por el bien de nuestra relación. Sabía lo importante que era para Matías su familia y no quería ser la causa de ningún conflicto entre ellos. Sin embargo, todo cambió un día durante una comida familiar en la casa de Matías.

Desde el momento en que llegamos, sentí la tensión en el aire. Los comentarios fuera de lugar y las miradas desaprobatorias no tardaron en llegar. Traté de mantener la compostura, pero cada vez se hacía más difícil ignorar las indirectas y la hostilidad velada.

Las tías de Matías iniciaron la conversación con temas triviales, pero pronto derivaron hacia territorios incómodos. Una de ellas, con una sonrisa forzada, comentó: ― ¿Y qué tal te va en tu trabajo, Riana? Supongo que debe ser interesante, aunque no tan estable como uno quisiera

Traté de mantener la calma, sabiendo que esos comentarios no eran más que una forma de poner a prueba mi paciencia. ― Mi trabajo es desafiante, pero me gusta lo que hago ― respondí con una sonrisa educada, intentando desviar la conversación hacia un terreno más neutral.

Sin embargo, las tías de Matías no parecían satisfechas. Otra de ellas intervino: ― Sí, pero la estabilidad es importante, especialmente cuando se piensa en el futuro. ¿No crees, Riana?

Cada comentario era como una pequeña daga, clavándose en mi confianza y en mi tranquilidad. Traté de mantenerme firme, recordándome a mí misma que no debía dejar que sus palabras me afectaran.

Pero entonces, la abuela de Matías decidió unirse a la conversación. ― Las mujeres de hoy en día tienen tantas opciones, ¿verdad? A veces es difícil saber qué es lo correcto. Pero siempre es mejor elegir el camino más seguro

Cada palabra resonaba en mis oídos, y sentí que mi paciencia llegaba a su límite. Miré a Matías, buscando apoyo en su mirada, y vi el destello de determinación en sus ojos. Sabía que él también estaba sintiendo la incomodidad de la situación.

Fue entonces cuando Matías intervino, con una voz calmada pero firme: ― Creo que estamos desviándonos del propósito de esta comida. Riana es una parte importante de mi vida, y merece todo nuestro respeto

El silencio que siguió a sus palabras fue ensordecedor. Las tías y la abuela de Matías se quedaron mirándonos, sorprendidas por su audacia.

Pero Matías no se detuvo ahí. Continuó defendiendo nuestra relación como nunca antes le había visto. ― Riana es una persona maravillosa, y si ustedes no pueden aceptarla, entonces están perdiéndose la oportunidad de conocer a alguien realmente increíble y no permitiré que la traten de esta manera en mi presencia.

La tensión en la habitación era palpable, pero Matías se mantuvo firme, defendiendo nuestra relación con todo lo que tenía.

Después de un momento de silencio incómodo, la mamá de Matías se levantó de su silla y se acercó a nosotros con una sonrisa cálida. Puso una mano en el hombro de Matías y miró a su familia con determinación.― Estoy de acuerdo con Mati. Riana es parte de nuestra familia ahora, y la apoyaré en todo lo que necesite

Fue un momento que me dejó boquiabierta. Nunca imaginé que Matías fuera capaz de enfrentarse así a su familia por mí. Pero lo más sorprendente fue la reacción de su madre, quien, en lugar de unirse al coro de críticas, apoyó a Matías y respaldó nuestra relación.

En ese instante, me di cuenta de cuánto significaba para Matías nuestra relación y lo dispuesto que estaba a luchar por ella, incluso si eso significaba enfrentarse a su propia familia. Sentí una mezcla de emociones: gratitud, amor y un profundo respeto por él.

Desde entonces, nuestra relación ha crecido aún más fuerte. La actitud de la familia de Matías no ha cambiado por completo, pero sé que tenemos a su madre de nuestro lado, y eso es lo que importa.

Aunque tengan por seguro que jamás iré a una comida donde esten esas señoras de nuevo. 

















-mar

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