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El brillo de los focos inundaba el escenario de los Premios Goya, mientras que los murmullos de la audiencia creaban una sinfonía de anticipación. Como reportera, estaba acostumbrada a este ambiente lleno de energía y emoción, pero esa noche sería diferente. Esa noche, estaba destinada a cruzar caminos con Enzo Vogrincic, la sensación del momento.
Con mi micrófono en mano, me dirigí hacia donde los actores y actrices se preparaban para la ceremonia. Entre la multitud de rostros conocidos, el suyo en particular captó mi atención. Su presencia irradiaba carisma y magnetismo, y su sonrisa era como un imán que atrajo mi mirada. Era evidente que mi entrevista tendría un toque especial.
― Enzo, ¿cómo te sientes esta noche ante esta nominación tan importante? ― pregunté, tratando de mantener la compostura a pesar de la presencia magnética que tenía frente a mí.
Sin embargo, en lugar de una respuesta convencional, respondió con una sonrisa pícara que hizo que mi corazón diera un vuelco. ― La verdad, Allison, estar aquí es emocionante, pero estar frente a ti es aún más emocionante ― dijo con una voz llena de encanto.
Sus palabras me tomaron por sorpresa, y luché por mantener la profesionalidad mientras mi pulso se aceleraba. Cada vez que intentaba retomar el rumbo de la entrevista, Enzo desviaba la conversación con comentarios ingeniosos y miradas cómplices que me dejaban sin aliento.
Intenté concentrarme en las preguntas, pero Enzo era como un imán, atrayendo mi atención con cada gesto. Su carisma era tan seductora que me resultaba difícil recordar mi papel como reportera.
― ¿Y qué piensas sobre el nivel de competencia en la categoría de la película? ¿Crees que puedan llevarse el Goya a mejor película? ― pregunté, esperando que esta vez pudiéramos mantenernos en el tema.
Enzo se inclinó hacia mí con una sonrisa traviesa. ― Sin duda alguna estoy seguro que todos los nominados son fuertes contrincantes, de todos modos venimos muy decididos a llevarnos el premio, aunque creo que la verdadera competencia está justo frente a mí ― dijo, sus ojos brillando con complicidad.
Mis mejillas se encendieron ante su atrevida declaración, pero no pude evitar devolverle la sonrisa. Aunque intentaba mantener la compostura, su encanto era irresistible, y me encontré envuelta en una danza de seducción que parecía no tener fin.
A pesar de mis esfuerzos por mantener la entrevista en curso, Enzo continuaba desviándola con sus encantos y halagos. Cada interacción era un juego de atracción y resistencia, y yo me encontraba atrapada en su hechizo, sin querer que la noche terminara nunca.
Al finalizar la entrevista, Enzo rompió la barrera entre profesionalidad y coqueteo con una simple pregunta: ― ¿Ya no estás grabando? ¿Puedo pedirte tu Instagram? ― Sus palabras resonaron en el aire, cargadas de un magnetismo que me dejó sin aliento por un instante.
Mi timidez se mezcló con la seducción que fluía dentro de mí, y con una sonrisa nerviosa, le entregué mi nombre de usuario. En ese momento, nuestras miradas se encontraron en un juego de complicidad silenciosa, y supe que este encuentro no sería el último.
Después de que Enzo se despidió y se alejó entre la multitud, respiré profundamente, tratando de recuperar la compostura que había perdido durante la entrevista. Mi camarógrafo, Lee, se acercó con una sonrisa traviesa en el rostro.
― ¿Qué tal te ha ido, Allison? Parece que has encontrado a tu príncipe encantador en medio de los Premios Goya ― dijo Lee con un brillo de diversión en los ojos.
Traté de disimular mi rubor con una risa nerviosa. ― Dale, no empieces, Lee. Solo estaba haciendo mi trabajo como reportera ―, respondí, tratando de restar importancia a la situación.
Lee levantó una ceja con expresión burlona. ―Sí, claro, solo estabas 'haciendo tu trabajo' ―, replicó, haciendo un gesto de comillas con los dedos. ― Pero debo admitir que Enzo parecía bastante interesado en más que solo la entrevista.
Sus palabras hicieron que mi rubor se intensificara, así que traté de mantener la compostura. ― Bueno, él es un actor. Seguro estaba siendo simplemente encantador para la cámara ― respondí, tratando de defenderme.
Lee soltó una risa contagiosa y me dio una palmadita en el hombro. ― Sí, claro. Seguro le pide el instagram a todas las reporteras fuera de cámara― repitió, imitando mi tono con sarcasmo.
A pesar de mi intento por mantenerme seria, no pude evitar sonreír ante la complicidad y la diversión de Lee. A veces, era reconfortante tener a alguien con quien compartir las experiencias, incluso las más inesperadas y coquetas como la que acababa de tener con Enzo.
Con una risa compartida, nos dirigimos hacia el siguiente segmento de la cobertura de los Premios Goya, dejando atrás los coqueteos y las risas, pero llevando con nosotros el recuerdo de un encuentro que había dejado una marca indeleble en la noche.
