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Recuerdo claramente el día en que conocí a Jerónimo. Fue en el set de una película, donde él interpretaba a un personaje llamado Pancho, un tipo carismático y un tanto coqueto. Yo, por otro lado, solo era una extra simple, interpretando el papel de una azafata en una escena del avión.
Era una escena breve y sencilla. Jerónimo, con su encanto natural, debía coquetear con mi personaje durante unos breves segundos mientras ambos personajes llegaban al aeropuerto. Pero lo que era solo actuación para la película, se convirtió en algo más en la vida real.
Desde el primer momento que compartimos pantalla, sentí una chispa entre nosotros. Jerónimo tenía esa habilidad de hacer que cada interacción, aunque fuera ficticia, pareciera auténtica y llena de vida. Sus ojos brillaban con una energía contagiosa, y su sonrisa era como un imán que atraía mi atención.
En aquella escena, mientras representábamos nuestros papeles, pude percibir un destello de genuino interés en su mirada. Sus palabras, aunque guiadas por el guion, resonaban con una sinceridad que me tomó por sorpresa. Era como si detrás del personaje de Pancho, se escondiera un Jerónimo que ansiaba expresarse de verdad.
Después de que el director gritara "¡Corten!" y las cámaras se detuvieran, Jerónimo se acercó a mí con una sonrisa pícara en el rostro, sus ojos brillando con complicidad.
―Vaya, Alexandra, tienes un encanto natural frente a la cámara. Nunca imaginé que trabajar contigo sería tan divertido ― dijo Jerónimo, su tono de voz revelando un atisbo de sinceridad que me tomó por sorpresa.
―Gracias, Jerónimo ― respondí, tratando de mantener la compostura a pesar de la ligera aceleración de mi corazón. ― Tú también eres increíble en lo que haces. Tu interpretación de Pancho es simplemente genial
Hubo un breve momento de silencio entre nosotros, cargado de una tensión cómoda y emocionante al mismo tiempo. Podía sentir cómo nuestras miradas se encontraban y se perdían en un océano de posibilidades.
Jerónimo rompió el silencio con una risa suave y dijo: ― Bueno, parece que Pancho no puede resistirse al encanto de una hermosa azafata como tú
Su comentario me hizo sonreír, pero también encendió una chispa de curiosidad dentro de mí. ¿Sería Jerónimo tan encantador fuera de cámara como lo era delante de ella?
―¿Y tú? ¿Siempre coqueteas descaradamente con las azafatas fuera de cámara? ― pregunté, dejando escapar una risa nerviosa.
Jerónimo inclinó ligeramente la cabeza y me miró fijamente, sus ojos brillando con una intensidad que me dejó sin aliento por un momento.
―Solo cuando encuentro a alguien tan fascinante como tú, Alexandra ―respondió, su voz ronca y llena de sinceridad.
Desde entonces, cada momento en el set se volvió una oportunidad para explorar esa conexión que surgía entre nosotros. Entre tomas y ensayos, compartíamos risas, confidencias y miradas cómplices que hablaban más que mil palabras.
A pesar de que Jerónimo era un actor reconocido y yo solo una extra en aquella película, nunca hubo barreras entre nosotros. Nos sumergimos en un universo paralelo donde los papeles y las etiquetas no importaban, y solo existía la magia del momento presente.
