enzo vogrincic.

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Catalina & Enzo


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Desde el momento en que nos conocimos, supe que Enzo sentía algo por mí. No era difícil percibirlo en sus ojos ansiosos y en su sonrisa nerviosa cada vez que nos cruzábamos en el set de La Sociedad de la Nieve. Como directora de fotografía, mi trabajo exigía concentración y profesionalismo, pero su persistencia para conquistarme se volvía cada día más evidente.

Enzo no escatimaba esfuerzos para demostrarme su interés. Me invitaba a salir con una constancia que, debo admitir, me sorprendía y me halagaba. Sin embargo, algo en mí resistía a ceder ante sus avances. Quizás era el miedo a complicar la dinámica de trabajo, o tal vez la incertidumbre ante lo desconocido.

El día de San Valentín cambió todo. La atmósfera en el set estaba impregnada de un aire especial, lleno de expectativas y emociones. Y ahí estaba Enzo, con su habitual sonrisa nerviosa, sosteniendo un ramo de flores, una caja de chocolates y un pequeño paquete envuelto con cuidado.

Al verlo acercarse, mi corazón comenzó a latir con fuerza, mezclando la curiosidad con la sorpresa. ¿Qué sorpresa tendría preparada para mí?

―¡Cata! ― exclamó Enzo con entusiasmo, extendiendo los regalos hacia mí. ― Feliz San Valentín.

Acepté los regalos con una sonrisa agradecida, pero también con una pizca de incredulidad. ¿Cómo podía alguien ser tan perseverante y detallista?

― Gracias, Enzo ¡Feliz San Valentín para ti también! ― respondí, tratando de ocultar mi sorpresa detrás de una expresión serena.

Enzo miraba expectante, esperando mi reacción. Era evidente que había puesto mucho esfuerzo y dedicación en elegir cada regalo.

Abrí la caja de chocolates y contemplé su contenido con admiración. ― ¡Wow, Enzo! Estos son mis chocolates favoritos, gracias

Él sonrió, visiblemente aliviado por mi reacción positiva.― Me alegra que te gusten, Cata. Y eso no es todo... ― agregó con un brillo travieso en los ojos, señalando el pequeño paquete envuelto.

Intrigada, deslicé los dedos con cuidado para desatar el lazo y desenvolver el regalo. Dentro había un collar delicado, elegante y sutil, que brillaba bajo la luz del sol.

― Oh, Enzo... Es hermoso ― murmuré, sin poder apartar la mirada de aquella joya que descansaba en mis manos.

Él asintió con una sonrisa radiante, claramente satisfecho con mi reacción. ― Pensé que te gustaría. Lo elegí especialmente para ti.

Me sentí abrumada por la ternura y el cariño que emanaban de sus gestos. Era evidente que Enzo había puesto mucho corazón en cada detalle.

― Gracias, Enzo ― susurré con sinceridad, mirándolo a los ojos.― Estos regalos significan mucho para mí.

Hubo un momento de silencio cargado de complicidad entre nosotros, como si ambos supiéramos que algo estaba cambiando en ese instante. Y entonces, con un brillo de determinación en sus ojos, Enzo dio el paso que cambiaría nuestras vidas para siempre.

―Cata, ¿te gustaría... tener una cita conmigo esta noche?

Reí con complicidad ― Nunca te cansaras de pedirmelo ¿Cierto?

― Por supuesto que no y menos si se trata de ti, te pediré todos los días de mi vida si es necesario

Acepté su propuesta con una mezcla de emoción y nerviosismo. No sabía a dónde nos llevaría aquel encuentro, pero estaba dispuesta a descubrirlo. Conforme pasaba el tiempo junto a Enzo, me di cuenta de que su encanto iba más allá de lo superficial. Había sinceridad en sus palabras, calidez en su mirada y complicidad en sus gestos.

Poco a poco, sin darme cuenta, me encontré enamorándome de él. Descubrí en Enzo a alguien con quien podía compartir mis alegrías y mis miedos, mis sueños y mis frustraciones.

¿Quién diría que me terminaría enamorando profundamente de él? 

















1/4. maratón de San Valentín!
















-mar

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