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If you keep getting burned

Hope no puede parar de pensar.

El turno nocturno siempre ha sido el que más teme. Siempre hay terribles accidentes: personas que se quedan dormidas al volante; quienes beben y toman decisiones estúpidas. Una vez atendió una sobredosis.

Sin embargo, la tarde del lunes fue diferente y eso no la deja tranquila aún cuando han pasado ya casi cinco días.

Adolescente. Diecisiete años. Ahogamiento.

El chico llegó al hospital sin signos vitales pero la mujer que lo trajo gritaba histérica. Ni siquiera el médico más insensible podría decirle la verdad de una forma tan cruda. Era una madre, distinguió a pesar de que todo lo que vio de ella fue su cabello algo enmarañado volar como un borrón tras la camilla a la sala de emergencias. Su voz lo indicaba todo.

Adolescente. Diecisiete años. Ahogamiento.

Tan solo un año menor que Remus y Hope no puede dejar de pensar en la realidad. Había pastillas en su cuerpo, demasiadas y de dosis muy altas como para ser recetadas por un médico. Pastillas tomadas con poco cuidado y con una intención muy clara. Aún así, lo que lo mató fue el agua en sus pulmones. Seguramente fue más sencillo dormir bajo el agua de la bañera con el adormecimiento extra de los medicamentos.

Remus también toma medicamentos, se recuerda cada tanto y se convence de que él nunca haría algo como eso. No. Remus es metódico, toma las dosis indicadas y se mantiene a flote con eso. Tiene que seguir confiando en que él está bien y dejar de pensar en los gritos desesperados de una mujer a la que no logró ver.

Hope no puede poner rostro a ese dolor. No quiere hacerlo.

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Remus no quiere ir al velatorio.

No cree que pueda ver a Andrómeda y Ted de nuevo. ¿Podría lidiar con ver a Sirius? Lo duda mucho. Sin embargo, ¿no es lo correcto presentarse? Ellos lo invitaron directamente. Se tomaron la molestía de buscarlo para avisarle sobre la muerte de Regulus porque creen que eran mejores amigos. Si ellos, con todo el dolor que están sintiendo, fueron capaces de enfrentarse a los hechos, Remus debe poder hacerlo también. Es lo justo. Es lo que esperan de él.

El rostro de Regulus Black está en todas partes de un momento a otro y eso no lo ayuda en nada. Hay publicaciones de Facebook, historias de Instagram, todos parecen interesados en él mientras su nombre corre como pólvora entre los pasillos. Remus empieza a sentir que tiene su nombre tatuado en la piel del brazo en vez de en el yeso. Parece que no puede escapar de él; ni de los ojos llorosos de Andrómeda o la voz tensa con que Ted repetía las palabras en la carta de memoria.

No quiere ir al velatorio pero tiene que hacerlo. Es lo mínimo que puede hacer para compensar la falsedad de la carta. Quiere tener la decencia de aparecer ahí antes de romper más dos corazones que ya están destrozados.

¿Irás al velatorio?

Envía el mensaje a Peter sin pensarlo mucho.

No. ¿Por qué lo haría?

¿Tú piensas ir?

Ese mensaje se siente como una invitación. Una especie de pregunta implícita. Peter quiere saber si Remus piensa ir y luego querrá saber porqué cuando le responda que sí. O eso espera porque envía un mensaje enorme donde narra lo sucedido desde su llegada a la oficina hasta el padre de Regulus (¿tutor?), entregándole la tarjeta de presentación con la información para esa noche.

Dear Remus Lupin [Wolfstar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora