Dear Remus Lupin [Wolfstar]

3

Step out of the sun

Cuando Regulus sale por las puertas, lo primero que siente es el sol. El calor parece insoportable cuando hace que el enojo se sienta a punto de ebullición dentro suyo. Está seguro de que en cualquier momento su cuerpo va a tener una especie de combustión espontánea. Es la única forma en que puede describirlo; es como sentir que te quemas una y otra vez, reducido a cenizas sin que el fuego se detenga.

Es difícil cuando esa sensación es todo lo que queda.

Lo intenta. Intenta por un segundo alcanzar su celular y llamar a Sirius pero es inútil. No logra introducir los dígitos cuando ya se ha convencido de que es una mala idea. ¿Por qué Sirius querría hablar con él? ¿No prefirió correr tras Remus después de que se burlara de él? Porque es obvio, supone, que el infame Regulus Black tuvo la culpa y empujó al chico solo porque sí.

Él lo intentó. Intentó no ser malo con Remus la segunda vez porque, de hecho, se sintió mal por el arrebato de la cafetería. ¿Y qué ganó? Que Remus solo le siguiera la conversación para que él pudiera leer esa estúpida carta sobre Sirius. Sigue caminando sin saber muy bien a dónde va. La hoja sigue arrugándose en sus manos.

No tiene un lugar al cual huir, la realización llega de forma inesperada. Una parte de él quiere convencerse de que no es cierto, de que solo es su cerebro tratando de ser cruel y ponerlo paranóico; pero la otra está muy consciente de que no tiene a nadie porque se ha encargado de alejar poco a poco a todas las personas en su vida. Incluso Sirius, quien le rogaba pasar tiempo juntos hace años. Incluso él prefirió preocuparse por cualquier desconocido antes que por él y Regulus no lo culpa. No culpa a nadie por alejarse, él mismo desea hacerlo.

Solo quiere que todo se detenga. Quiere dejar de sentir que cada día es una batalla consigo mismo y con el mundo. A veces simplemente quiere verlos a todos y decir: Sé lo que sienten, nadie me odia tanto como yo. Siempre explotando, siempre incapaz de lidiar consigo mismo. Siempre arrepentido pero nunca lo suficiente como para pedir perdón.

Ese es el sentimiento. Todo y nada. Estar en el medio de algo, esperando. La combustión empieza de alguna forma pero nunca termina de arder. Siempre sucede desde adentro hacía afuera.

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Remus llega a su casa después de la cita con el Dr.Binns y corre a su habitación. ¿Qué es lo peor que podría pasar? Se cuestiona una y otra vez para restarle importancia. Han pasado casi dos horas desde que Regulus tomó su carta y en ese tiempo pudo haber pasado mucho. Pudo haberla subido a internet para avergonzarlo de forma pública y asegurarse de que eso lo persiga para siempre. Descarta esa opción después de unos buenos cuarenta minutos de búsqueda exhaustiva.

Tiene que pensar de forma más sádica, supone. Su siguiente opción es que para el día siguiente, Regulus tendrá impresas cientos de copias de la carta y las repartirá por la escuela al estilo Mean girls. Parece poco probable y muy fantasioso pero Remus ya se ha dado cuenta de que Regulus es poco predecible.

¿Y si Regulus le muestra su carta a Sirius y este termina asqueado? No porque Remus sea un chico, Sirius tiene un pin de la bandera gay que porta con orgullo en su mochila y organizó un concierto de la banda escolar con temática lgtb+ antes de las vacaciones de verano, sino porque Remus es...Remus. Ya puede imaginar la escena del rechazo público tan vívidamente a pesar de que Sirius nunca ha sido grosero con nadie.

Habló de forma breve sobre el incidente con el Dr.Binns después de enfrentarse a su mirada de decepción cuando Remus fingió haber olvidado la carta. Trató de mantenerlo todo muy vago y si el Dr.Binns lo notó, no dijo mucho. Lo resumió en que alguien tomó algo suyo y no sabía cómo recuperarlo. El primer planteamiento que le hizo el doctor fue: ¿Qué es lo peor que podría pasar? Y bueno, decir que eso dio rienda suelta a sus peores miedos es quedarse corto. La solución final del hombre fue que buscara a la persona al día siguiente y que tratara de hablar con ella. Enfrentarlo.