CAPITULO DIECINUEVE - EL VESTIDO

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EMILY BYRON

Londres es diferente cuando uno la visita al lado de Anne, puesto que lo único que hacemos es visitar tiendas y lugares tan lujosos que a veces ni siquiera puedo articular palabra de lo impresionada que me quedo.

Anne no quiere quedarse sola por miedo a encontrarse con Thomas, que sabe que ella está en la ciudad para preparar la boda que se celebrará en tres semanas en Benston, en la propiedad de los señores Guest.

Por lo que han planeado, será algo sencillo, solo los familiares más cercanos.

Los señores Guest están más que emocionados porque su hijo, por fin, forme una familia. Imagino la alegría cuando se enteren de que Anne está embarazada.

A los padres de Anne les han tenido que contar la verdad, sobre todo porque un día después de anunciar su compromiso, Thomas apareció en la propiedad de los Grant pidiéndole explicaciones a Anne.

Yo no estaba presente, pero James me lo contó todo, en las últimas semanas nos hemos vuelto inseparables. Anne le dejó claro que él había rechazado a su propio hijo y que a ella no le interesaba mantener una relación con alguien así, por lo que le pedía que rehiciera su vida con otra persona que ella lo haría con William Guest, que era un hombre de verdad y que se haría cargo del bebé a pesar de que no es su padre biológico.

Parece ser que a Thomas no le sentó muy bien la noticia y acabaron James y Billy acompañándolo hasta la propiedad que tiene al lado de Anne y amenazándolo con denunciarlo, si volviese a incomodar a la señora.

—No entiendo por qué William no ha podido acompañarnos hoy a comprar —se queja Anne, que se está acostumbrando a que su futuro marido la consienta en casi todo lo que le pide.

—Tienen una reunión en Windsor —los excuso.

—¿Para qué quiere comprar terrenos en esa ciudad?

—Las ciudades están creciendo y puede que vuestros hijos puedan vender a muy buen precio, algo que a él ahora no le está costando casi nada. Además, también tenía una reunión por algo relacionado con el té que produce en la India —le hago saber.

—No entiendo cómo puedes saber todas esas cosas, Emily. Yo, en cuanto se ponen a hablar de negocios, los ignoro completamente —me dice, haciéndome reír.

—Este vestido me gusta mucho más que el otro —le digo, cuando terminan de probarle el vestido.

—Y a mí. Se parece al que lució la princesa Carlota Augusta de Gales hace dos años, pero sin hilo de plata, lo que hace que sea mucho más blanco.

—Es precioso —admiro la prenda que lleva puesta.

—Tienes que darme tu palabra de que si algún día decides casarte, te lo pondrás —me pide mi amiga.

—No podría hacer tal cosa, además de que no me voy a casar.

—Si no te vas a casar no hay problema —insiste.

—Está bien, te doy mi palabra. ¿Qué pasó con tu otro vestido de novia? —me atrevo a preguntar.

—Cuando me quedé viuda, estaba tan triste y disgustada que lo regalé para no tener que verlo —me dice un poco apenada.

—¿Aún lo quieres?

—Si te refieres al que fue mi marido, sí. Siempre lo querré porque el primer amor nunca se olvida, aunque luego puedas querer a otros —me dice.

—¿Y a Thomas?

—Un poco sí, pero después de todo lo que me dijo cuando se enteró de que estaba embarazada, me he dado cuenta de que no es el hombre que yo pensaba. Es muy difícil encontrar a un buen hombre, guapo, inteligente y divertido —me dice triste.

Lady in waitingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora