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Los cambios numéricos en la cuenta regresiva eran veloces, como si buscaran que todo comenzara lo más pronto posible. Había empezado con un minuto, pero en menos de lo que creyó, el número quince se vislumbraba con claridad en tonos rojizos, indicando los pocos segundos que le quedaban de calma. ¿Dónde estaba ella? Los veinticuatro tributos de doce distritos se esparcieron en una zona verdosa en su propio círculo metálico, del cual si abandonaba antes de tiempo, le volaría violentamente las dos piernas.

El cero en la cuenta se estaba acercando y él solo podía pensar en su eterno calvario, Katniss. A lo largo de su vida, el omega se ha encontrado en situaciones que lo hacen cuestionar el verdadero significado del cero. En todas esas circunstancias, ha concluido que solo se trata de un dígito tan transitorio que no debería existir, pero se aferra a ser relevante, justo como en estos momentos.

La experiencia en la arena hoy le reveló la verdadera peligrosidad de subestimar el cero. Una vez que ese número con apariencia engañosa alcanzó su límite, desencadenaría un caos desenfrenado. Lo puso nervioso, pensar en la lucha por la supervivencia que se desataba en el corazón de cada tributo, reunido en círculo alrededor de la cornucopia, donde la mera existencia se convertía en una batalla constante, pensaba en eso y en cómo con un paso en falso que diera antes de que el temporizador finalizara, su cuerpo volaría metros sobre el nivel del suelo. Olía a bosque, todo era bosque, pero no era el olor que estaba buscando, ¿dónde estaba ese característico olor a roble fresco empañado con el olor de la lluvia?

Su mente se esforzaba por concebir diversos planes estratégicos que le permitieran sobrevivir al caos o al menos morir de forma indolora y rápida, porque la violencia envolvía su entorno y sintió la presión de un cuchillo metafórico en la garganta que lo amenazaba con la muerte si cometía el más mínimo error.

Optó por una táctica de espera, dejando que los eventos se desarrollaran de manera natural. Confiaba en que, llegado el momento crítico, su ingenio hallaría una salida de las situaciones difíciles.

No sabía si había logrado permanecer quieto por fuerza de voluntad o por miedo.

Tenía que pensar que no estaba solo en esa arena, alguien más había entrado junto a él, una persona a la que trataba de proteger con todas sus fuerzas, una determinación que para muchos en su entrevista resultaba lamentable de observar. Escudriñaba el rostro de cada tributo, buscando entre ellos a Katniss, a Alfa, una de las pocas personas por las que daría todo y más, si tan solo estuviera a su alcance. Su corazón palpitó con una mezcla de sentimientos que le eran difíciles de distinguir.

La vista se le empañó tanto que lo único que podía observar con claridad en medio de todo era la cornucopia, a una longitud inalcanzable para burlarse de él. Su forma cónica dorada brillaba bajo los rayos del sol, creando un espectáculo magnífico que contrastaba con el entorno; la luz se reflejaba en sus curvas, haciendo que cada detalle resplandeciera con una intensidad casi mágica, tentando a los juguetes de la muerte a dirigirse hacia ella, ingenuos que creían poder alcanzar todo tipo de artefactos que marcaran la diferencia entre la vida y la muerte. El valor de cada artefacto cerca del lugar decrecía conforme aumentaba la distancia entre la cornucopia y ellos, tendrían que acercarse lo suficiente para conseguir mercancía jugosa, tendrían que pelear.

Cada ciudadano de Panem era consciente de las atrocidades cometidas por los participantes al querer adquirir algún objeto de la Cornucopia; Peeta también lo sabía, por eso había decidido huir lo más lejos posible de las desdichas o correr directo hacia ellas y huir de esta tortuosa pesadilla. ¿Pero de verdad lo había hecho? ¿Había decidido eso? ¿Iba a irse y dejarla, dejarlos a todos?

Una figura alta cinco puestos a su izquierda fue difícil de ignorar ahora: Alfa.

La chica no mostraba signos de la misma angustia por su compañero Omega que él; en cambio, se encontraba con los ojos fijos en una sola dirección, la Cornucopia, donde se hallaba un arco que aseguraría un mayor triunfo para Katniss. Se le fue el corazón a la garganta cuando captó la mezcla de terquedad y determinación. Peeta no podía imaginar cuánto éxito tendría la joven si decidía arriesgar la vida tan pronto por una simple cuerda.

Travesía De Un Corazón Omega: Omega En La RevueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora