Peeta se sorprendió cuando escuchó sus propias palabras, farfullando como quién no tiene la valentía de hablar en público.
Era un completo idiota que había dejado al descubierto sus pensamientos para ser el blanco de los profesionales. Sin embargo, era justo lo que necesitaba, un alarde falso interpretado por desesperación. Se dijo que era lo necesario, ser percibido como un niño asustado fingiendo valentía, para así hacerles ver con exactitud todo lo que esperan de un Omega, no se saldría de las normas impuestas a el. A pesar de sus intenciones y palabras, le supieron amargas en la boca, arrepentido por lo que su subconsciente se atrevió a pronunciar sin medir las implicaciones que le traerían. La Alfa moribunda a unos cuantos metros aún se encontraba con vida; él tendría que darle el golpe de gracia, colocando su nombre como un asesino.
Iba a matar. Todo por un tributo del Distrito Dos que fue incapaz de mostrar misericordia por alguien más débil y en clara desventaja frente a un rival bien alimentado. Si le hubieran preguntado a Peeta, habría dicho que la lucha fue demasiado brutal y bárbara incluso para Cato, dejándola desangrándose y en un estado que le causaría una infección en las heridas, provocando una muerte aún más dolorosa y lenta. Era la peor de las torturas.
La crueldad y falta de humanidad que presenció en la arena eran un recordatorio constante de la brutalidad del Capitolio, hacer luchar a jóvenes que nunca se habían mostrado en rivalidad, para obligarlos a rebajarse a simples animales que dejan ver un lado vil y salvaje. Le hicieron darse cuenta al Omega la capacidad humana para asesinar, para avanzar y quedar con vida, olvidando propia moral y enfrentándose a decisiones difíciles en su desesperada lucha por sobrevivir.
—Venga, chico amoroso — le dijeron. La culpa y la vergüenza lo abrazaron con cizaña, arrancando de sus manos la seguridad de quién era—, compruébalo tú mismo.
Peeta experimentó una sensación abrumadora, una densa neblina, la cual parecía difuminar la mayoría de sus pensamientos y enturbiar su visión, dejándolo casi en la penumbra de una noche oscura, donde la luz apenas alcanzaba a iluminar su camino, le recordó lo malo que seria esto, para que su lado omega tratara de protegerlo así.
Un gran peso se instaló en alguna parte de su estómago debido a los acontecimientos futuros.
El pecho del Omega palpitaba con inquietud, sus respiraciones agitadas reflejaban la turbulencia de su mente, que se veía inundada por la creación de escenarios atroces. Prefería enfrentarse a esas preocupaciones a través de los susurros apenas audibles de los agentes de la paz durante sus rondas habituales en el mercado. Estos murmullos, surgidos en el momento oportuno mientras realizaba sus entregas habituales, le proporcionaban una especie de consuelo, pues se había salvado por otro año de la arena.
El dolor agudo que surgía de la cortada en su brazo fue como un despertar brusco que lo sacó de su ensimismamiento, devolviéndolo a la cruda realidad. En ese instante, se percató de que no podía seguir anclado en el pasado, que era crucial dejar atrás las sombras que lo atormentaban para enfocarse en el presente. Con firmeza, decidió encarar el momento actual, consciente de que cada elección, por más insignificante que pareciera, podría acarrear consecuencias graves, no solo para él, sino también para Katniss. Con este pensamiento en mente, empezó a reunir un poco de coraje para confrontar los desafíos que se le presentaban.
Peeta avanzaba con pasos cautelosos a través del espeso bosque, sus movimientos eran suaves pero meticulosos, sin embargo para sus oídos eran estruendosos resonando como un lamento. Cada huella que dejaba conforme avanzaba se convertía en una nota muerta perdida entre los sonidos de la naturaleza. Durante todo el recorrido, su corazón lloró culpable y sangró lamentos, adolorido por los cortes que le arrebataron su inocencia mientras su cerebro reprochaba su debilidad, azotando con lógica a su mente y recordándole que no estaban solos.
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Travesía De Un Corazón Omega: Omega En La Revuelta
خيال علميPeeta Mellark, un omega valiente, se adentra en los despiadados Juegos del Hambre número 74° convencido de que su destino es la muerte. Sin embargo, su determinación de morir da un giro inesperado cuando la presencia y la fuerza de Katniss Everdeen...