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Ericka.

Despierto y me encuentro recostada en el suelo boca abajo, me duele el costado de mi mandíbula que seguramente recibió el impacto.

Me levanto quejándome un poco y al estar de pie mi cerebro se encuentra resentido ante el malestar de hace unas horas, siento la cabeza embotada.

Mi boca pastosa y mi cuerpo adolorido es lo que siento ahora veo a mi alrededor encontrando mi móvil cerca de mi, lo agarro y camino a mi hasta mi habitación donde me dejo caer en la cama, mis pensamientos viajan en todo y no se deciden en nada hasta que recuerdo las palabras que resonaron en mi cabeza antes de desmayarme.

_ Yo... no entiendo- mentiría si dijera que no tengo miedo, no puedo hablar con nadie de aquí acerca de lo que me ocurrió, agarro mi celular y enciendo la pantalla veo la hora y suspiro al ver que ya son las 4:49 de la madrugada, mis padres deben estar dormidos y yo por mi parte necesito un baño de agua tibia para relajar mi cuerpo resentido de pasar la noche en el suelo, vestirme y desayunar para ir al trabajo.

Lo considero un trabajo bastante sencillo y cómodo dentro de todo, pero particularmente ahora veo que el día será tedioso al tener migraña y tensión en los hombros.

Coloco la alarma para que suene a las 5:40 am, y cierro mis ojos decidida a dormir al menos un momento, sin embargo solo basta un momento para ponerme de mal humor ya que mi mente no deja de formularse cualquier cantidad de preguntas que den una explicación de estos sucesos extraños, doy vueltas de un lado al otro varias veces negándome a abrir mis ojos y levantarme.

Hasta que sin permitirlo llegan a mi mente la voz que con dos llamadas me dejaba con ganas de tener una de esas llamadas nocturnas hasta altas horas de la madrugada o hasta el amanecer.

Poco a poco toda la ansiedad y tempestad que causaba los dolores de cabeza y ahora voces incorpóreas se esfumaba ante ese sentimiento de querer saber mas de la persona que algunas a veces se comportaba como alguien con heridas cicatrizadas, y otras veces se dejaba ver como la niña mas inocente, caprichosa y berrinchuda sobre la faz de la tierra. Alguien que parecía saber lo que duele el abandono y la soledad pero que de alguna forma guardaba cierta pureza bajo ese tono frío que usó al decir que su familia era quién menos se preocupaba por ella, esa que usó excusas pequeñas hasta admitir con ese tono de reproche aniñado que simplemente no tomaba las pastillas porque no le gustan, esa que dejo ver su astucia y un poco de diversión cuando me pidió actuar como si estuviese en una llamada con un cliente cualquiera y me propuso intercambiar nombres o números de teléfonos para permanecer en contacto.

Esa a la que le deje claro que no quería estar cerca de ella pero que ahora desearía tenerla, esto se debía al miedo que aun permanecía en mí. Pero también es porque necesitaba a alguien en instante de confianza para poder hablar de lo ocurrido o al menos para distraer mi mente, sin embargo su presencia en mis divagaciones me ayuda a relajarme lo suficiente para dormitar el tiempo restante antes de que suene la alarma.

Me levanto y me desvisto para ir al baño y asearme, comenzando con la rutina de la mañana, al momento de desayunar me tomo una pastilla para el malestar de cabeza ya que aun persistía y el embotamiento no ayudaba para nada.

Antes de salir del departamento me quedo un rato en el balcón, este lugar se ha convertido en una especie de sitio especial para mi, el simple hecho de recibir los primeros rayos del sol desde ahí, en compañía de una taza de café el ambiente frío debido a la reciente retirada de la noche y a las bajas temperaturas de hace unas horas era algo único ese momento.

Suspiro y hago una última cosa, que es coger mi móvil y marcar el numero de mi madre ella no tarda mucho en contestar y lo hace a su característica forma tranquila y cargada de amor.

Don't Forget MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora