15.

56 5 2
                                    

Ericka.

Han pasado varios días ya, recibí mi primer pago y seguía con mi rutina de ejercicios en las mañanas, hablaba con mis padres todos los días, aunque fuesen unos minutos y salí con Emma y Carla unas cuentas veces. Seguía acompañando a Vanessa a almorzar en ese resto bar y seguía pensando que Carlos estaba raro cada día mas pues ya no despegaba su mirada de mi apenas cruzaba esa puerta.

Aún seguía pensado en lo que sucedió estando sola en mi departamento, acudí a sitas con un neurocirujano acompañada de Emma, pero con la excusa de hacer una pequeña revisión a causa de varios dolores de cabeza sin explicación, lo cual en realidad no era mentira. Los resultados no arrojaron nada anormal en realidad todo estaba en perfectas condiciones.

Frustrada regresamos a casa y ella se quedó conmigo hasta que estuve mejor pues tal parece que mi cara fue muy obvia al momento de leer los resultados.

Hoy por fin iría a inscribirme y como de costumbre mi cerebro ansioso me hizo despertarme temprano para prepararme para ir a la universidad, me dieron ganas de llorar cuando al revisar la hora me di cuenta de que apenas eran las cinco y saldríamos a las nueve de la mañana. Me levanté y para calmarme un poco comencé con mi rutina de flexiones.

Haciendo los ejercicios mi mente divagaba en otros temas para ignorar el dolor de los músculos, y caí en cuenta de algo que desde hace días me tenía esperando hasta el último minuto del trabajo dejándome con pesadez en el pecho, o quizás desilusión.

Era algo ilógico teniendo en cuenta de que fui yo la que así lo quiso y es cuando gruño de disgusto ante mis normas tan estrictas auto impuestas y que me mantenían segura hasta la fecha, estaba casi segura de que esa chica con la que hable era la misma de la cafetería, pero creo que ya no tendría oportunidad de saberlo.

Aunque ella es muy linda.

Tenía mis razones, no la conozco, no sé cuáles son sus intenciones al querer mantener contacto conmigo así que era válido decir que sentía inseguridad de entregarle mis datos a alguien "totalmente" desconocido. Aun divagando cambio de ejercicios cuando mis músculos gritan por alivio.

Me sonrojo un poco cuando recuerdo como me hizo sentir esa voz a través de un auricular y me reprendo por los pensamientos que invaden mi mente, pensamientos abodados por una chica de piel blanca y cabellos tan negros como la noche de estatura un poco más baja que yo, de actitud cerrada y hasta odiosa, de complexión de reloj de arena, pero faltaba algo muy importante en esa descripción. Esa vez en la cafetería no pude ver su rostro debido a que al momento de chocar su hombro con el mío ni siquiera volteo para disculparse o algo.

¿Tengo gustos culposos? Ella ni siquiera se interesó en saber si me había lastimado, muy al contrario, por su voz ronca sonó como si me gruñera al momento de decir de manera "cortes" que me fijara por donde camino.

Pero, ¿le preguntaría, así como así?

Hola, ¿cuáles son exactamente tus razones para hablar conmigo? no definitivamente, no.

Qué pena daría hacer eso por dios. Cambio de ejercicio cuando ya mis brazos no pueden más y decido ejercitar mis abc. Ahora pensando en lo mal que se escuchaba el primer día que hable con ella, cuando chocamos en esa cafetería daba aires de alguien que aun enferma era capaz de mandar al demonio a cualquiera.

Carácter fuerte, dios es que hasta en eso me parece muy linda.

Sigo con las flexiones hasta que es el turno de mis piernas y realizo varios ejercicios usando mi peso para mayor impacto mientras en mi mente no dejan de llegar datos minuciosos de ella.

Hasta que suena mi alarma de las siete, Valeria, mi jefa me había dado el día para hacer lo de la inscripción por lo que aprovecharía de ir a comprar todos mis útiles y un bolso.

Don't Forget MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora