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Ericka.

El acurrucarme en cuanto Gia salió de mi habitación no sirvió de nada, no tengo sueño.

La migraña me acompañó de madrugada así como las constantes visitas de Gia a mi habitación.

Era algo que se sentía bien sentir cuando abría la puerta del cuarto para asomar su cabeza y verificar que estuviera bien.

Lo sabía porque cada 10 min la habitación se iluminaba más debido a la luz del pasillo que se filtraba, así como su sombra en la pared de mi habitación ya que al acostarme le estaba dando la espalda a la puerta.

Mi alarma sonó a las 6 de la mañana, creí haber dejado mi móvil en el baño donde me oculte, creo que ella lo trajo en algún momento. Me senté en la cama y apagué la alarma.

Me puse de pie y salí de mi habitación para ir a la sala donde ya todo parecía limpio, los objetos rotos habían sido limpiados y el departamento se veia algo vacío, hace unos minutos escuché la puerta principal abrirse y cerrarse, quizás ya se fué es lógico pues debía ir a su casa para prepararse y ir a la universidad. Inmediatamente fuí a la puerta para asegurarme de que el pestillo estuviese bien puesto.

Aún dudosa me encaminé al baño donde me escondí la noche anterior, al entrar cerré y coloqué el pestillo.

Cepille mis dientes, y lavé mi rostro para luego secarme con una toalla que estaba ahí. Suspiré al verme las ojeras en el baño.

_Calma, no vendrá nadie- dije al aire tratando de convencerme, mi paranoia está creciendo cada segundo.

Hice lo que principalmente iba a hacer al baño y lavé mis manos, salí y me dirigí a la cocina oara ver que prepararme muy en contra de que no tenia hambre.

Mi cuerpo se congeló totalmente cuando escuché la puerta principal ser abierta, mi respiración se aceleró y los segundos pasaron lento, agarré fuerte el cuchillo con el que cortaría una manzana y lo escondí detrás de mí.

Mi cuerpo totalmente tenso esperó a quien fuese que estaba caminando en mi dirección, no podía ver de quien se trataba debido a que aún no cruzaba la pared.

Pero mi alivio fué instantáneo cuando ví a Gia aparecer en mi campo de visión, sostenía en su mano una bolsa con una vianda dentro de ella. Mis manos comenzaron a temblar y no supe identificar si se trataba de alivio, nervios, o vergüenza de estar sosteniendo un cuchillo a mis espaldas.

_Hola- saludó con voz baja dejando la bolsa en la encimera, ante mi falta de respuesta arqueó una de sus cejas justo en el momento en el que me asaltó una duda.

_¿Cómo entraste?- cuestioné volviendo a sostener el cuchillo fuertemente, mi paranoia está empeorando.

_Lo siento, tomé prestada tus llaves, pensé que no querías cocinar nada al levantarte así que fuí a comprar el desayuno- explicó dejando las llaves a mi vista, con su mirada me inspeccionó hasta darse cuenta de una de mis manos escondidas en mi espalda- ¿Que tienes ahí?- preguntó caminando hacia mí pero justo ahora era vergüenza por lo que no soy capaz de mirarla ni de decir nada, mucho menos de mostrarle el cuchillo con el que la hubiese atacado de no ser ella.

Quizás piense que soy una violenta.

Desvíe la mirada y me forcé a hablar.

_Nada- justo al hablar la tuve a dos pasos de mí y extendió una mano.

_Si no es nada creo que puedes mostrarme- murmuró dulcemente, negué volteando a mi derecha- entonces lo haré de otro modo- me intrigaron sus palabras pero segundos después mi cuerpo entero tembló y se paralizó al sentirla abrazándome, sus manos rodearon mi cintura mientras su aroma relajaba cada uno de mis sentidos, hasta el punto de relajarme y hundir mi rostro en la curva de su cuello- lo siento si te asusté.

Don't Forget MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora