36. Los duendes y la Riddle

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17 de diciembre.

Hoy iba a ser un día extremadamente largo. La familia Weasley, ya estaba preparada para viajar hacia la tienda en la que íbamos a comprar los regalos de navidad.

El viaje fue corto, solo tuvimos que hacer lo mismo que la anterior vez. Agarrar los polvos flu, meternos en la chimenea y soltarlos.

Aparecí en un callejón, estaba lleno de distintas tiendas. Aquí podía conseguir cualquier tipo de regalo.

- Tenemos que ir a trabajar.- Dijeron Fred y George.- Cualquier cosa, estaremos en la tienda.

Los dos se fueron hasta el lugar más lejano del callejón.

- ¿Alguién tiene que retirar dinero de Gringotts?- Preguntó la señora Molly, mientras señalaba un gran edificio.

- Yo,- Contesté.- pero nunca he ido, ¿alguién me acompaña?- Pregunté mientras los miraba a todos.- Por favor.- Añadí mirando a Her.

- Vamos.- Contestó, Her, quien me llevaba de la mano hasta la entrada.- ¿Tienes tu llave?- Preguntó.

- No.- Contesté sin entender.- Solo traigo mi varita y un bolso.

- Con la varita sirve.- Dijo, Her, mientras abría la puerta.- Los duendes te la aceptaran.

Cuando entramos, pude ver una gran cantidad de gente y duendes.

Caminamos hasta lo profundo del pasillo, allí, había un duende con unos destacados anteojos mirando un papel fijamente.

- Hm.- Dijo Her, intentando hablar con aquel duende.

Él, subió la mirada y alzó la cabeza.

- Quiero retirar dinero.- Dije mientras sacaba mi varita.- No tengo la llave, pero si tengo esta.

El duende empezó a buscar en sus hojas aquella varita. Movía su dedo desesperadamente entre los papeles.

Algo iba mal. Lo sentía.

El duende subió la mirada nuevamente, y este me miró con miedo. Apartó la mirada sobre mi, y la miró a Her.

Her, parecía no entender nada, ni yo.

- Tome su varita, joven.

Su mano temblaba. Agarré la varita, y miré al duende confundida.

- ¿Ocurre algo?- Preguntó, Her, mientras miraba al duende confundida.

- Ingresen.- Contestó rápidamente y breve.

Las dos ingresamos al pasillo que nos llevaba a mi bóveda.

Her, parecía confundida y preocupada.

- No entiendo qué pasó.- Dije mientras abría mi bóveda.

- Yo tampoco.- Contestó algo incomoda.

- ¿Pasa algo?- Pregunté mientras agarraba unos cuantos galeones.

- No.- Contestó rápidamente.- Solo que...no sabía que tenías tanto dinero.- Soltó rápidamente.

- Es de mis padres.- Contesté.- ¿Segura que estás bien?- Pregunté para asegurarme.

Sus manos comenzaban a temblar, y miraba para todos lados.

- Lo estoy.- Contestó secamente.

Her, parecía preocupada, y el duende anterior, estaba sorprendido.

Algo malo estaba pasando.

Cuando nos retiramos de las bóvedas, todos los duendes nos miraban, especialmente a mi. Miraban con cara de preocupación, como si les fuera a hacer algo terrible.

Un amor imposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora