𝐗𝐗𝐕𝐈

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Advertencia ⚠️:

Escena sexual, lenguaje explícito,  juegos de roles (Pet Play y Humillacion).
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—Que lindos.

Tobiah y yo no pudimos evitar sonreír ante las palabras de Aleksander, quien se acercó a nosotros.

Le hubiera gustado bañarse con ambos, pero ya lo hizo y prefirió enfocarse en nuestro regalo.

Su mano tocó mi cabello húmedo y luego fue hacia el de Tobiah, quien cerró los ojos lentamente…

Los tres experimentamos ese sentimiento de inseguridad y nerviosismo, pero supimos ocultarlo bien.

Aleksander bajó sus manos y caminó hasta el sofá morado, tomando nuestros collarines que había dejado sobre la mesa del centro.

Ese collarín se asemejaba a mi collar de conchas; lo necesitaba en mi cuello en este mismo instante. A través de aquel accesorio, experimenté esa sensación de “pertenecerle” a alguien, una de las mejores cosas que viví y descubrí este año.

Y otra cosa que descubrí y nunca creí es que me gustaría tener otro compañero de juego, uno que estuviera tan ansioso como yo, esperando a “nuestro dueño” y jugando conmigo.

“Nuestro dueño”…se escucha bien.

Una idea muy loca y retorcida, pero en mi imaginación no sonaba tan mal, la verdad.

Dejé de mirar la espalda de Aleksander para echarle un vistazo a Tobiah, sin esperar cruzar miradas con él. Se acercó más a mí y mencionó en voz baja que ya quería empezar, a lo que yo asentí emocionado.

Alek, después de tomar los collarines, buscó unas esposas negras en su bolso principal. Al tenerlas en las manos, cerró el bolso y se dio la vuelta.

El sonido de sus pasos erizaba mi piel. Se veía tan imponente ante nosotros; era un deleite visual verlo llegar con esos objetos en sus manos, sin esa mirada de niño juguetón y buena gente. Ahora teníamos a un hombre que nos hacía sentir tan vulnerables e inferiores, que no dudaría en jodernos si así lo deseaba.

LOS ZHETAS © [LGBT+]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora