En la cima de las montañas de San Francisco se encontraba Hideki, un licenciado en artes recién graduado que forma parte de "Los Rojos" junto a sus amigos, un grupo de asesinos bastante sanguinarios de CNS, un sitio de carreras ilegales.
Pronto con...
Hayoon oía los gritos de aquel hombre mientras intentaba comprender el aparato que sostenía en sus manos.
En el suelo yacía una de las escopetas que Hideki utilizaba, conectada a unos hilos que mantenían el gatillo.
Hayoon maldecía por no haber prestado atención a la explicación de Dannie sobre lo que debía hacer, pero no lo llamaría en este momento. Sin esperarlo y después de pulsar varios botones, activó el dispositivo, que mostró cuatro ceros en la pantalla.
—¡Listo, comencemos a jugar! —anunció Hayoon, avanzando hacia él.
—¡¿Quién eres tú y qué hago aquí?! —él exigió respuestas a gritos—. ¡¿Qué se supone que eres y por qué me hacen esto?!
Él intuía que era una mujer, pero al mismo tiempo un hombre, lo que incrementaba su confusión.
—Pues... —Hayoon dudó al responder la primera pregunta—. Soy otaku, encantado de conocerte. Y bueno, me han dicho que has estado haciendo cosas malas...
Hayoon solicitó unos papeles a uno de los guardias, quien se los entregó de inmediato. Al tenerlos en sus manos, se agachó a nivel de él y le mostró las capturas de unas conversaciones, así como las fotos que él había enviado a ciertos números.
Los aparatos electrónicos debían quedarse en las oficinas y, por norma, debía solicitar permiso previo y explicar el motivo de su uso. Lamentablemente, no tenía la posibilidad de utilizarlos en ese momento. No obstante, Hayoon no podía quedarse de brazos cruzados y buscó alternativas; una de ellas fue imprimir las pruebas.
Observó con ojos brillantes la conversación que mantuvo con un número desconocido y temporal, como las fotos que había tomado del joven pelirrojo.
—¿A quién le trabajas?
Hayoon fue directo con su pregunta, se puso de pie y tomó el dispositivo, que resultó ser un cronómetro.
Aquel hombre recordó las condiciones que había acordado con la persona que lo contactó, una de ellas era no hablar del tema, ya que de lo contrario saldría perdiendo de muchas maneras. Él sospechó que detrás de todo esto había alguna empresa de comunicaciones de renombre, que deseaba mantenerse en el anonimato para obtener todo tipo de información. No era la primera vez que trabajaba para empresas de ese estilo.
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