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Capítulo uno: Protegerte de esos tontos.

Seis años.

Un grupito de niños de entre seis y siete años estaban reunidos en el parque. La mayoría de los que pasaban por ahí pensarían cualquier cosa menos que estaban agrediendo verbalmente a otro pequeño, ni siquiera se les pasaría por la cabeza o iban tan inmersos en sus propios asuntos que preferían pasar por alto lo que ocurría a su alrededor.

¿Por qué alguien de esa edad estaría haciendo aquello?

Seungmin tampoco se habría imaginado que esos niños, quienes le habían dicho que querían ser sus amigos, ahora se encontraran lastimándolo. Él no sabía qué hacer y estaba demasiado asustado, había confiado en ellos ciegamente.

—¿Po-por qué?

—Seunggie, eres tan torpe y feo. ¿Seguro de que tus papás te quieren? —dijo uno de los niños y le dio una mirada de asco, ignorando lo que había dicho Seungmin.

—Mírate nada más, a mí me daría vergüenza ser tú. Pareces una pequeña niñita, no sabes defenderte y eres torpe, tan tonto como ellas —habló otro niño.

Los ojitos de Seungmin se comenzaron a llenar de lágrimas. Quería salir corriendo de ese lugar, pero tenía mucho miedo.

—¿La nena está llorando? Sólo las niñas lloran... ¿lo sabes? —otro de ellos dijo y se rio en la cara de Seungmin.

Aún más gotitas saladas bajaron por las mejillas del castañito.

Una quinta personita se hizo presente en aquella "conversación". Seungmin vio cómo ese alguien empujó a uno de los mocosos, sus miradas se encontraron por unos segundos, antes de tomarlo de la mano. Era un lindo niño quizá de su edad, su cabello era negro y su apariencia era algo intimidante, llevaba un polito blanco y un overol de mezclilla con un bordado de gatito en el bolsillo de su pecho.

—Los únicos que van a llorar aquí, son ustedes. ¿Podrían verse en un espejo? ¿Quién les da derecho de hablar así de un persona demasiado tierna? Mejor dicho... ¿quién les da derecho de hablar así de cualquier persona? Son sólo unos idiotas, espero que el tiempo los haga cambiar... que la vida les patee su patético trasero. Vayan a molestar a su abuela a ver si no les suelta un chanclazo.

—¿Quién te crees para hablarnos así? —dijo y empujó el hombro del pelinegro—. ¿Crees que con unas simples palabras nos-?

—Me importa un cacahuate si son unas simples palabras para ti, vuelves a molestar a este lindo niño o a cualquier otra persona y sí que te lo vas a lamentar. Ah, para tu información cualquier persona en el mundo puede llorar, las niñas se saben defender y no son tontas. En cambio, tú y tus amigos se ven demasiado torpes al actuar así. Bastardos de mier...

—¡Lee Minho! —gritó la madre del pequeño, interrumpiéndolo antes de que pudiera soltar esa grosería.

—¡Mami! Estos mocosos nos están molestando.

—Se-señora. Eso es mentira, su hijo miente —habló el niño más alto, moviendo sus manos nerviosamente.

Su madre les dio una mirada rara a los mocosos y después habló: —No lo creo, él no mentiría con algo como eso. Podrá mentir en muchas cosas, pero en eso jamás.

—Pero, señora, la cara de su hijo dice que está mintiendo —señaló la terrible mueca en el rostro de Minho.

—Mmm, tienes razón, ¿cómo no me di cuenta antes? —dijo para después guiñar el ojo en dirección a Minho y a Seungmin—. Creo que mi hijo está mintiendo, lo regañaré cuando estemos en casa.

Protegerte ! knowminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora