Protegerte ! knowmin

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Capítulo doce: Bicicleta.

(Nos transportaremos un poco al pasado)

10 años (Minho) 9 años (Seungmin).

—Seungminnie, no me sueltes, por favor, te lo ruego con toda mi vida —suplicó el pequeño Minho al castañito.

—No lo haré, tenlo por seguro, jamás te soltaré, bueno, hasta que te sientas seguro te dejaré ir.

—Bien —dio un largo suspiro—. Vamos.

Seungmin asintió y sostuvo la bicicleta de Minho, quien pedaleaba, o intentaba aquello, gritando cada que sentía que se iba de lado, casi chillando al pensar que su amigo lo soltaría en algún momento.

—Tranquilo, estoy aquí, no te soltaré. Lo estás haciendo bien, Minhonnie —animó a Minho.

Entonces siguieron avanzando por la larga cuadra en donde estaba la casa de Minho.

—Alto, quiero ir a hacer pis. Espérame aquí, no tardo nada.

El castaño le dijo que sí y Minho corrió hacia su casa. Mientras tanto, Seungmin se sentó en la banqueta de la calle esperando pacientemente a que regresara.

Se preguntaba si de verdad sería capaz de enseñarle a andar en bici a su amigo. No era muy bueno explicando las cosas y si por algún error de él Minho se lastimaba se sentiría muy culpable, ni siquiera soportaría verlo sufrir un poco, le dolería el corazón.

—Minnie, ¿adivina que te traje? —dijo Minho una vez que volvió.

—Uh, no lo sé.

—Cierra los ojitos —pidió con una dulce voz.

Seungmin le hizo caso, cerró con fuerza sus ojos y unos segundos más tarde sintió una cálida presión en su mejilla haciendo que un rubor se instalara en su rostro. Minho le había dado un besito.

—Minho...

Un vaso con agua de fresa fue puesto en sus manos luego de aquello.

—Gracias por ayudarme, Seungminnie. Aunque por hoy me he rendido, mañana podemos volver a intentarlo, ¿verdad?

—Por supuesto.

Sólo habían dado tres vueltas por la cuadra, pero no importaba, eso ya era un avance, Minho con su mamá no había podido ni subirse a la bicicleta sin lloriquear porque se iba a caer, si había algo en lo que era un completo miedoso era aquello... y otras cosas, pero fingía que no.

★

Un mes más tarde, los dos pequeños iban y venían a todas partes con sus bicicletas.

Recorrían todas las calles de su vecindario viendo si podían encontrar algo nuevo, cosa que no ocurría nunca, pues sus vecinos eran aburridos y la rutina era un tanto monótona, sin embargo, Minho y Seungmin lograban divertirse con cualquier cosita que cambiara esa tranquilidad del lugar, ya fuera una linda mariposita o algún gatito callejero.

Ese día se habían quedado distraídos con un perrito muy lindo, dejaron sus bicicletas a unos metros, el cachorrito parecía querer jugar y ellos no dudaron ni un segundo en complacer al pequeño, corriendo de un lugar al otro, dejando olvidadas sus bicicletas.

—Ojalá y pudiéramos quedarnos un poquito más, chiquito, pero ya es tarde —dijo Minho acariciando el pelaje del perrito. Se despidieron de él y fueron de vuelta a donde estaban sus bicicletas—. Minnie, el perrito era igual de tierno que tú, ahora mismo acariciaría tu cabellito, así como hice con él, pero tengo las manos sucias. Cuando lleguemos a casa lo haré.