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Capítulo siete: El momento correcto.

17 años (Minho) 16 años (Seungmin)

La amistad que tenían Seungmin y Minho con los años sólo había logrado fortalecerse aún más. Y, a pesar de lo mucho que ambos habían cambiado tanto en gustos como físicamente, jamás se separarían. Minho le había hecho una promesa a Seungmin, lo protegería hasta con su último suspiro de lo que pudiera lastimarlo, aún si aquella promesa pareciera imposible de cumplir.

—¿Se atrevieron a ponerle tres estrellas a esto? Es, literalmente, la película más tediosa que he visto, no se merece una sola —dijo el mayor e hizo una mueca en cuanto terminó aquella película que les había recomendado una compañera de clase.

Seungmin se limitó a asentir con la cabeza, no era lo peor que había visto pero debía admitir que la película estaba muy pesada y era demasiado exagerada para su gusto.

—Como sea. ¿Te gustaría salir, Seungminnie? —preguntó Minho con un tono algo nervioso—. Mi mamá dejó algo de dinero para que compráramos algo por ahí, quizá podríamos ir al parque... es que tengo unas cosas que decirte y mi casa no es un lugar seguro para hacerlo, sabes que Minhyun puede andar por ahí de chismoso y no quiero que escuche nada.

Seungmin rio al oír como su amigo se expresaba de su hermano.

—Bien, entonces salgamos —le respondió Seungmin con una sonrisa.

Se prepararon para salir de la casa de Minho y más tarde ya estaban caminando en dirección al parque más cercano de su vecindario. Seungmin logró notar un poco nervioso a Minho, eso le hizo preguntarse qué sería aquello que su mayor quería decirle.

¿Le había pasado algo en la escuela de lo que él no se había enterado? ¿Su padre le había conseguido cupo en ese estudio de baile al que Minho había querido ir desde el año pasado? ¿O quizá era que le gustaba alguien? Podría ser cualquier cosa.

—Seungmo~ —dijo captando la atención del mencionado—. ¿Todo está bien?

Seungmin había estado tan perdido en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando finalmente habían llegado al parque.

—¿Eh? Oh, sí, sí. Estoy bien, sólo me quedé pensando en algunas cosas.

—Debí suponerlo, te quedaste todo tieso y creí que habías visto algo —explicó mirando a su alrededor. Sus ojos rápidamente se iluminaron al ver un carrito de helados detrás de ellos —. ¡Oh! ¡Mira, hay que comprar un helado!

No esperó respuesta de Seungmin, lo tomó con cuidado de la mano y corrieron hasta donde se encontraba aquel carrito de helados. Pidieron dos del sabor favorito del menor, chocolate con menta. Si Minho era sincero, le desagradaba a un poco el sabor, pero el ver la sonrisa en el rostro de Seungmin cuando se daba cuenta de su terrible intentó por esconder sus muecas al comer el helado definitivamente valía la pena.

—Odias el chocolate con menta, tonto. Debiste pedir el de chispas.

—Lo sé, yo sólo... —detuvo su hablar un momento y su mirada se encontró con la de Seungmin—. Eres dulce... —en cuanto salieron las palabras aclaró la garganta—. Quiero decir, el helado es dulce y refrescante, puedo soportarlo.

Las orejitas de Minho se tiñeron de rosa mientras reía nerviosamente. A Seungmin le pareció tierno.

Minutos después, estaban sentados en el pasto cerca de un gran árbol que los cubría de los rayos del sol, sin nadie que los molestase y sólo el tenue sonido del viento moviendo las hojas del árbol. Habían estado en silencio unos minutos, contemplando la tranquilidad del parque, sólo había unos cuantos niños pasando de vez en cuando, pero nada que pudiera irrumpir la calma del lugar.

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