7. Ya, filo.

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8 de diciembre, en la mañana.

-¡Lucía, ya me voy!

Mis papás aún no volvían, así que a veces amanecía con el Jorge en la cocina antes de que yo me levantara. Por fortuna, hoy no vino. -Ya... ¿Y vas a volver o no?

-Vuelvo a las una y media. A mas tardar, dos. Si no me equivoco iba a pasar la Sandra como a las once.

Intenté buscar el reloj con la vista, pero no hubo caso. -¿Y qué hora es?

-Casi las diez y media. Ya, abrazo y me voy. -se acercó a la escaleras donde estaba yo y me abrazó- Te cuidas, sino los viejos me mandan contigo a sufrir.

Me reí. -Ya. Anda a ser el mejor músico de Chile.

Salió y cerró las puertas. Definitivamente iba a caer en depresión sola.

Me fui a acostar un rato mas antes de que pasara la Sandra y puse música que no solía escuchar con gente en la casa.

No deben haber pasado mas de veinte minutos y escuché un "aló". Me levanté de la cama y vi por la ventana que era Claudio. Casi digo que estaba cambiada la Sandra.

Bajé las escaleras con emoción y luego me acordé de que andaba con pijama y con la cara de zombie auténtica aún. -¡Espera! -me lavé la cara y arreglé mi pelo en cinco segundos. Ya después de eso corrí a abrir la puerta- Hola.

-¿Cómo estás? -preguntaba mientras yo abría el portón.

-Bien. -lo saludé- ¿Y tú? ¿Qué te atrajo?

Sonrió y me quedó mirando después de entrar a la casa. -Vine a verte. -ah, ya, bacán- En realidad, vine a buscar unas cosas que se trajo Miguel. ¿Puedo ir al patio?

Asentí. -Supongo que sí. Si él te dijo sipo, no quiero tener problemas. -comencé a caminar al patio, donde habían dejado un par de cosas guardadas.

-¿Y andas en pijama? -se dio cuenta. Por la cresta.

-No, es un vestido bastante cómodo pero no me lo puedo sacar. Si, es mi pijama.

Abrí el cobertizo y pasó a buscar un bolso. -¿Y tus papás? Miguel dijo que él estaba a cargo de la casa mientras.

Solté una carcajada de puro simpatica. -Fueron a ver a alguien, pero con Miguel somos tan sociables que nos quedamos acá. ¿Y tu mamá como está?

-Bien, -se acercó a la puerta, donde estaba yo- dijo que cuando volverías a comer.

Negué divertida. -Todo depende del hijo. -sonrió. Lo miré atenta, lo que me hizo darme cuenta de que estábamos considerablemente cerca- ¿Y eso nomás era?

Se aferró al bolso y me miró serio, así casi indignado. -Cuida tus palabras frente al bolso... -me reí. El momento se vio interrumpido por el sonido del timbre- ¿Esperabas a alguien?

-A la Sandra... Definitivamente a ti no, que conste. -di un par de palmadas en su espalda y fui a abrir. El rato iba de lo mejor hasta que tocó el timbre la Sandra. Por favor, mas respeto.

Dejé al Claudio solo dentro de la casa mientras yo iba a abrirle la puerta a la Sandra. -Hola Lucy.

Pasó y cerró el portón antes de saludarme. -Pasa.

Nunca le pregunté al volado de mi hermano que a qué venía la Sandra. -Oye, huele como raro.

Me quedé a unos pasos de entrar a la casa antes de ella, así que me demoré un poco. -¿Raro a qué? Oye, por si acaso... --entré y me fijé en que no estaba mi visita- ¿Claudio?

-¿Por qué olería a él? Huele a hombre pero dudo que sea a él... -y se mostró por fin, dejando extrañada a la Sandrita- ¿Hola?

-Hola Sandra. ¿Cómo tay?

Te dedico un solo... 🎸 Claudio NareaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora