48. Linda, pero dramática.

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Viernes 9 de Octubre
Viña del mar.

—¿Cuánto queda? —le pregunté a la Mía con ganas de tirarme del asiento.

—Quedan... Un minuto queda.

Lentamente guardamos las cosas. Había que tener ojo, porque si nos ven apuradas guardando nos dejan aquí 30 minutos... Basado en hechos reales.

—Me gusta preguntarte. Siempre que te pregunto cuánto queda me dices un minuto.

Se rió. —Oh, es verdad. —tocó la campana— Algo así.

Terminé de guardar mis cosas y me despedí de ellas.

Salí de la sala y caminé hacia el portón. Me quería puro ir a acostar de nuevo.

—¡Lucy! —escuché que me gritaron, por lo que me giré— ¡Espérame!

Era la Conny que venía corriendo detrás. —¿Qué pasó?

—Oye, ¿andas trayendo tu cuaderno de matemáticas? —asentí— ¿Me prestai tus apuntes? Por favor, por favor. Te lustro los zapatos.

Esta gente ya ni siquiera dice un hola o un cómo estás, solo llegan y te piden los apuntes. Ni siquiera pude irme a mi casa... ¡ni siquiera alcancé a salir del liceo!
Al menos me va a lustrar los zapatos... Eso significa que piensa que le falta una lustrada. Lloro.

Abrí el bolso y saqué el cuaderno pa pasarselo. —Toma. Mejor cómprame papitas el lunes. Los zapatos los lustro yo.

Se rió. —Gracias Lucy. Por tus apuntes paso de curso. Chau, nos vemos.

—Chao... —la miré irse y después salí yo. Y cuando siento mi libertad hacerse realidad, y la comodidad de mi cama invadirme... miro de reojo el árbol, y veo a tres cabros molestandose como nunca.

—Miguel, mira tu hermana. —le dijo el Jorge.

¿Será este un momento de esos decisivos donde debo elegir si pescarlos o aprovechar que no me parezco en nada a ninguno y hacer como que no los conozco? Pues, no lo sé. De costumbre me di vuelta nomás.
Pa mala cuea mía, el Miguel casi se saca la cresta mas encima.

—Hola, piojenta. —me dio un beso.

—Hola, pajarón... Hola, camarada, hola Chocolo. —los saludé.

—¿Pa donde vai tan solitaria?

—Para la casa. ¿Por qué?

—Porque vas tan triste, decaída, sola... —que le da color el Jorge. Toy que le pego.

Negué. —Na que ver.

—Eres la muchacha solitaria del liceo, Lucy. —me webió el Miguel.

Se rió hasta el Claudio, no puedo creer esa traición. Lo quedé mirando fijo con expresión neutra tirando a decepción, tanto así que el Miguel y el Jorge se pusieron a rezar por él casi. —Ya Claudio, cooperaste.

—No puedo creer que te hayas reído de una talla que iba dirigida hacia mí. Que nivel de traición... No puedo mirarte.

Miré hacia otro lado y comencé a caminar. —Luuucy, perdón. Si sabes que no es de pesados po.

Negué mientras caminaba. A todo esto, yo voy caminando pajeramente lento en dirección a mi casa.

—Tan dramática que es.

—Linda, pero dramática.

—Al Claudio le gusta así...

"Miguel Tapia. Miguel, ¿no te molesta escuchar las tallas que hagan referencia a la relación entre el Claudio y tu hermana, Lucía?" "Me dan ganas de haberle empujado más fuerte la silla, pero ya no fue".

Te dedico un solo... 🎸 Claudio NareaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora