33. Un poco, quizás.

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Jueves 6 de Junio.

En unos días conecté bastante con la Marcela. O sea, no de la misma onda que la Ceci (es incomparable) pero si me agradó bastante. Y no, no es porque cuando la acompaño me da papas fritas.

No he hablado desde que me fui con el Claudio. La Ceci me dijo que ella lo ha visto un par de veces pero no muy motivado. En ese caso, pesco al Ale. Que por cierto, ha sido todo un caballero conmigo. Y debiese de serlo, si tiene veintiuno.

Y yendo a lo que me encontraba haciendo, estaba estudiando en mi pieza un rato antes de salir y distraerme con el Ale.

—Oye, Lucy... —la Maca entró y volaron mis notitas con el viento de la puerta.

—¡Maca!

—Perdón. —recogió un par y yo recogí otras pocas. —Toma...

Suspiré y la observé de mala gana. —Ya, ¿qué ibas a decir?

—¿Vas a salir? —asentí. —Yo también, vuelvo como a las doce.

Esta vez mi mirada cambió de mala gana a chistosita. —¿Y a dooonde?

Me reí de lo nerviosa que se puso. —A ver a alguien. Bueno eso. Te aviso para que no me esperes y estés al tanto igual.

—Si, señora. —hice como militar.

—Me caes mal. Ya, sale luego, te vas a volver un bichito come libros.

Y ni tanto, si me motivaba una vez en cuando para estudiar. O sea si era bastante responsable y constante con eso, nada que decir, pero para llegar al nivel de concentración en el que paso un día entero estudiando... difícil. Tenía que haberme ido muy mal.

—Yaa, pero tú me concretas la carrera luego. — me levanté y me miré al espejo.

—Tanto que te arreglas y ni arreglo tienes. —la miré sorprendida por semejante comentario que dijo. —Era broma. Si te ves bien.

Levanté las cejas. —No sé si creerte po... No me queda de otra. —le di un beso en la mejilla de despedida. —Voy a volver como a las siete.

—Yo salgo a las siete, así que no te demores para ver que si llegues.

Bajé las escaleras mientras escuchaba las indicaciones. —¡Bueno! ¡Chao!

Salí.

Con el Ale quedamos en juntarnos en la costanera cerca de los negocios. Y la casa muy cerca no quedaba, así que o salía antes, o caminaba rápido.

En los días paseando para allá y para acá hice un par de conocidos. Uno fundamental que hice fue el de la panadería, porque hace unas marraquetas mas ricas que el Ale y el Claudio juntos. Perdón, me desubiqué.

Eran como las cinco y media, así que aquí apresuro el paso y llego antes.

Caminé hasta llegar a la costanera y vi al muchachito bronceado, con el pelo medio castaño y rubio, y con traje.
Apenas me vio y me saludó... qué pasaría si saludara a alguien que no fuese yo?

—Hola, gallina. —sonrió al saludarme.

—Yaaa, ¿tan rápido?

Se rió. —Perdona... Te ves diferente. Te vesss con ganas de tirarte al agua.

Negué. —No, por fa. Te lo suplico. Yo venía a verte un rato.

—Bueno, entonces voy a meterme al agua yo.

Me senté en la arena junto a sus cosas, que en resumen eran su polera, pantalones y todo. Me pregunto si alguna vez se coloca eso, si siempre se sale y se queda en traje.

Te dedico un solo... 🎸 Claudio NareaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora