43. Es o no es.

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Con la Lucy nos sentamos en el sillón a esperar a que llegara el Jorge. Y sí, tomando el segundo o tercer café del día.

—Para tu cumpleaños te voy a regalar una cafetera. Ya lo decidí.

Sonrió. —Ya, sí. Oye que buen regalo. Te amo.

Le di un beso. —Yo también me amo. —me reí— Cambia la cara.

—No. Mira ahí viene tu hermano... Muerto de frío. Admirable hacerlo en invierno.

Díganme que no acaba de hacer ese comentario. —¿Tú no podrías? —negó— Hay que probar eso.

Negó con toda la cara colorada. Insisto en que su ventaja y/o desventaja de ser blanca es que se le nota todo en la cara. En invierno sobretodo con el frío. Se vuelve pintadita por zonas.

Entró el Jorge y cuando cerró la puerta dio una pausa y nos miró antes de enfrentarnos. —¿Qué? ¿Me estaban esperando?

Negamos. —No... Oye, con toda la confianza... —comencé a lesearlo pa que soltara detalles.

—No voy a hablar de eso contigo... con ustedes. —contestó.

Siguió caminando hasta la cocina. —¡¿Y quieres hablar de eso con los papás?! —Se devolvió cuando me escuchó— Si mal no recuerdo, tu sapeaste al tiro cuando llegaste y me mandé la conversa igual.

Sonrió, pero aguantando la risa. Yo cacho que era más de vergüenza y burla esa expresión. —¿Y tú también me vas a sapear ahora entonces? ¿Porque primero te sapeé yo? Bueno. Yo les voy a decir que tú te arrancaste.

—¿Cuaaando? Chamullento. El que se arrancaba con nosotros era otro. Ven a sentarte aquí. —Negó— Si te sientas te dejo de lesear... un rato.

Caminó lentamente hacia el sillón y se sentó a medias en el borde. —¿Me van a dar clases ahora?

Miré a la Lucy con la taza entre las manos y la sonrisa hecha en su rostro. —No. No me metan. —dijo antes de que siquiera le dijera algo a ella.

—No, no van a haber clases... —Le dije al Jorge. Nos quedamos en silencio un momento viendo tele hasta que me dio la lesera de nuevo— Pero... ¿No va a llegar con un mini Narea supongo?

Me miró sin ninguna expresión y negó lentamente. —Espero que no... ¿En ese caso qué hago?

—Irte de Chile casualmente de vacaciones. —la Lucy me miró raro— ¿Qué pasó?

—¿Eso harías tú si te pasa?

—No, porque yo tengo ingresos. Sí podría mantenerlo. Este otro no sabe ni lavar la ropa.

—¡Tú tampoco!

Le tiré un cojín. —Cállate Jorge.

En un momento nos concentramos en la película y nos olvidamos de lo que estábamos conversando en el momento. Tanto así que hasta el Jorge, que no se quería sentar con nosotros, se acomodó y se sentó con nosotros a ver la película.

—¡La mató!

—Pucha oh, le tenía hasta fe de que iba a resolverlo.

Mismo espíritu.

La Lucy suspiró y se acomodó en mi hombro. Giré mi cabeza levemente para mirarla y sonreímos.

[...]

Narra Lucy

Ya tocaba el camino de vuelta a Viña. Así que ahora iba a salir con el Claudio a la estación. Bueno, él iba a la casa del Jorge, pero como su casa queda más allá de la estación, a mí me deja ahí y luego sigue caminando.

Te dedico un solo... 🎸 Claudio NareaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora