42. ¿Te enojaste?

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Y aquí es donde me doy vuelta y veo el perfil del Claudio con toda la boca abierta durmiendo... quizás no toda, pero sí lo suficiente pa wearlo después.

Busqué su cámara disimuladamente y le saqué una foto. Me la debe por sacarme una comiendo torta... Dios, se ve tan lindo durmiendo como estúpido. A lo mejor así de enamorada estoy.

Cuando dejo la cámara en el velador me doy cuenta de la hora. Nos va a tocar asimilar que a clases no llego, porque eran las siete y en llegar a la estación y después a lo que salga el tren y llegar a viña son mil años. Así como yo faltaba, el Jorge sí iba... Y con su mamá.

—Jorge sale luego po. Te demoras más que yo en salir.

—Yaa, mamá, si ya voy.

Fue lo último que escuché antes de que salieran.

Mi vista relajante al techo se interrumpió cuando sentí al Claudio tomar aire y buscarme como cada vez que despierta.
Me giré a verlo y seguía peleando con abrir los ojos. —Lucy... ¿Lucy?

—Estoy aquí... aún. —me recosté de nuevo y le di un beso. —¿Cómo está el cumpleañero que se tomó hasta el agua del florero?

Se rió. —Que cuentera, Lucía. No hubo florero. —sonreí— ¿Qué hora es?

—Siete y media. Tus papás y tu hermano ya salieron...

Me acarició la mejilla un momento. —¿No irás a clases?

Suspiré. —Estaba esperando a que despertaras para irme... O avisarte, mejor dicho. —se sentó a mi lado— ¿Qué pasó?

—Está lloviendo. No te puedes ir si está lloviendo.

—Y... ¿Y por qué no?

Me abrazó y nos acostamos de nuevo. —Porque hace frío y yo sufro sin ti.

Sí, la verdad es que sí hacía más frío que la cresta y no daban ganas de salir... Pero si yo quería salir adelante y ser aplicada debía ir a clases. Mínimo haber estudiado algo en la casa.

(...)

—No sé si eres consciente de que me hice un peinado bien aplicado... Lo hice porque mi pelo no iba a aguantar la lluvia si estaba suelto. ¿Y qué haces? Me haces caminar en la lluvia.

—Ya, si en todo caso en la peluquería dices que te lo arreglen... Chucha.

Lo miré sorprendida. —¿A dónde vamos?

—A allí...

—Te vas a cortar el pelo. Te vas a dejar caer esas ondas lindas.

—Si hace falta un corte... ¿O no? —lo miré mejor y verdad que requiere corte de puntas— Viste que sí.

Sí, ya tenía mucha chasca también. Me gusta su pelo considerablemente largo, pero hasta cierto punto se ve bien, luego pasa a ser de vagabundo. —Sí, en realidad sí. Pero procura que te dejen algo de pelo si po. La última vez te escondiste casi una semana esperando a que se arreglara el corte mientras crecía.

Me puso la mano en la boca. —Ya, si me acuerdo. No es necesario que me cuentes esa tragedia de nuevo.

Ahora, volviendo al tema de que me lo podían arreglar, eso se aprovecha. —Oye, y... Dijiste que en la peluquería podía pedir que lo arreglen. —me miró de reojo sin pescarme— Yaa, si tú dijiste.

Negó. —Mentira... O sea, sí, si lo dije. Tú lo puedes pedir. Mientras pagues tú... —sonrió burlesco.

—¿Y en algún momento te pedí que lo pagaras? —Lo dije muy pesado, se enojó y me soltó la mano— ¿Te enojaste?

Te dedico un solo... 🎸 Claudio NareaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora