14. ¿Y tú?

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Luego de lo de anoche no dormí. O sea sí, pero me costó bastante.

Recordaba el beso y la sensación y el momento y la persona y... Ojalá se repita. Me hago adicta.
Y me pusé a pensar en los puntos a favor que tenía Claudio también...
El primer punto, es que los gustos musicales pueden ser similares. Eso significa que no pelearemos por mala música, pero sí por los discos. El segundo punto es que su sonrisa me encanta. Es capaz de hacerme sentir mejor si me siento mal con solo verla. Tercer punto, es bastante agradable estar con él... No me canso, no me aburro... Podría estar en un viaje completamente en silencio y no sentirme incómoda.

Y esos son solo tres, pero él tiene bastantes más.

Ayer mi mamá me preguntó que qué andaba haciendo con mi vida, a lo que le conté sobre Claudio y lo que iba a hacer con Feña. Me dijo que estaba bien que pensara en terminar algo antes de empezar otra cosa.

Desde anoche hasta ahora... nada pasó con Claudio. Y esta tarde se va dedicada a Feña. Para empezar una terminas otra.

—Lucía, por favor.

—Miguel, no me das apoyo... ¿Cuánto te falta para que sirvas el almuerzo?

Llegó de la cocina y trajo el plato. —A lo mejor eres tan simpática que por eso estás así.

Lo miré seriamente. —Ya no tengo hambre... Oye, en la tarde voy a salir.

—¿Y a donde vas a ir?

—A hacer algo que tenía pendiente. —empecé a comer. —Voy a terminar con el Feña.

Levantó las cejas. —Por fin. ¿Y por qué?

Hay mas razones de las que puedo mencionar, perdóname. —Son varias. Empezando por que ya apenas nos hablamos, o nos vemos. Aparte que cada uno está pendiente en otra persona.

Creo que dije algo demás. —¿Ah sí? ¿Otra persona? —le sostuve la mirada. —¿Quien es el desafortunado? ¿Lo conozco?

—Son demasiadas preguntas, explotas mi cabeza. ¿Como que desafortunado?

—¿Lo conozco? —quedé con la cuchara en pleno viaje. —Si lo conozco... ¿quien? —levanté los hombros y seguí comiendo, mientras él mencionaba gente. —Jorge, Roque, Carlos, Claudio... —comí mas lento. —¿Claudio?

Levanté la mirada. —Eh, no...

—Te gusta el Claudio. ¿Por que? —le hice puchero. —Ya, si es lindo y todo, pero ¿tenía que ser alguien cercano?

Asentí. —Me ahorraste trabajo. Es buena onda... tiene mejor trato que cualquiera que he conocido.

—Pero, ¿él? Ah, no, esperate... ¿Con él pololeas todos los días?

—No todos los dias...

Sonreí. —No se, no me voy a meter. Espero que les resulte.

Yo pensaba constantemente en eso...

Aparte de pensar en como iba a terminarle a Feña sin sentirme mal... claramente siempre hay uno que se siente mal en las rupturas.

(...)

Y eso fui a hacer en la tarde; sentirme mal.
 
Subí a casi 4 micros hacia las condes y caminé al parque de siempre. Donde, relativamente, comenzó, y terminará.

Esperé un rato sentada debajo del árbol en la misma banca, hasta que vi como se asomaba una mancha gris.

—Hola... Te ves bien.

—Es la misma ropa de siempre... No como la tuya, ¿a donde ibas?

Encogió los hombros. —Por ahí.

Te dedico un solo... 🎸 Claudio NareaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora