22. ¿Y era muy lejos?

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Desperté pensando en Claudito. Que horror... no hacerlo siempre.

Era sábado, a las diez de la mañana y con mi tía en la casa.

Me mentalicé para bajar, literalmente. —Buenos días. —saludé en general.

Fui a la cocina, donde estaban todas las mujeres. —Hola, sobrina. ¿Y esta niña qué come?

—Lo que la mami le da.

Sonreí mientras me hacía un té. Me senté en la mesa que había en la cocina a esperar que mi mamá dijera que estaba listo. No puedo meter mano, porque después hablan demás.

En eso, mi mamá va a dejar algo a la mesa y mi tía se sienta al lado mío. —Lucy, una pregunta... ¿Usted no ha estado involucrada con el muchachito?

La quedé mirando confundida. —¿Involucrada con qué muchachito?

Suspiró. —Acostarte con el muchachito.

La miré con unos ojos... se debe haber dado cuenta al tiro. —No... ¿Cómo...?

Sonrió. —Los años de sabiduría. Eso y porque tienes rojo aquí. —indicó la zona del cuello, pero mas abajito. —Aparte caminas rarito. ¿Y tu mamá sabe?

Negué. —No, ni siquiera se como decirle.

—¿Y como lo vas a hacer? Porque no creo que no contarle sea una opción. —la miré. —No, no puede ser opción. Si te pasa algo...

Suspiré. —Ya, filo... ¿Qué? —me miraba sonriendo.

—¿Y el muchachito es lindo o no?

Pucha, yo opino que la belleza es subjetiva... digo, porque hay gente enamorada de Brad Pitt, pero yo no encuentro que sea muy lindo. —Para mi lo es.

—Aaaah, eso significa que es feito entonces.

Sonreí. —No es feo... Es bonito. Morochito y todo.

—¿Quién? ¿Tu pololo? —llegó mi santa madre. —¿Y que están cahuineando?

Mi tía me miró. —La Lucy te tiene que contar algo.

—¿Qué paso hija?

Por la re cresta. Cuando recién tengo un tecito nomás en mi cuerpo y me hacen querer desmayarme. —Ees que. Pucha oooh. Es algo que te cuento a ti nomás, y por favor no te enojes.

—Ya no se qué esperar si dijiste eso... Ya, cuenta luego.

—Mamá, me acosté con el Claudio... —la observé todo el momento.

Solo suspiró y se llevó las manos a la cara. —Dios santo... Lucía por la chucha... ¿Como me dices esa wea?

Suspiró. —Perdón. Si queri no lo veo más.

—No si, no es eso... ¿Pero no vai a llegar con hijo? —negué. —Es... parte de la vida. Pero por qué tan rápido... ¿y tu querías?

Asentí lo mas lento que pude. —Si..

Suspiró, por quinta vez. —Ya, no más Claudio. —me sorprendí. —Mentira. Solo porque no puedo prohibirlo. Prefiero que estén aquí en vez de estar botados en algun otro lado. Ya, tema cambiado, vamos a tomar desayuno.

Se levantó y se fue. —¿Se da cuenta de lo que me hace hacer, tia?

—Pero pudo ser peor...
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Te dedico un solo... 🎸 Claudio NareaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora