10. Vamos po.

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3 de marzo, 1985.

Los últimos dos meses, o dos meses después de que salió el disco, los chiquillos habrían estado un poco ocupados en eso. Eso significaba que Miguel andaba fuera y ya casi no lo veía.

Con Feña intentamos algo, pero no ha estado resultado últimamente y a veces es agotador. Y se que puede que sea la diferencia entre ambos, que no es solo una, son varias, pero he intentado pensar de todo excepto eso. No quiero que sean esas diferencias las causantes del quiebre, porque sería bastante... feo?

Y filo, aquí voy, sola de camino al liceo.

Claudio terminó hace unas semanas con la Rocío... o al revés, mejor dicho. Creo que le dijo que ya no tenía tiempo para ella, pero eso no es excusa para andar con otro.

—¡Señoritas, caminen!

Vieja qla, me quedan casi veinte minutos para entrar si quiero. —¿Oye y vamos a tener que cantar el himno dos veces? Con todo lo que han leseado esta gente... —escuché esa voz en mi hombro.

—Que simpatica la señorita, la cagó. —Nos reímos de la Paula. —Entre a ganarse a la profe. Te tenemos fé, Paulita. 

Este año si estaba con nosotras. El año pasado le tocó en otro y casi nos da depre.

Volviendo al tema de los cabros, hoy día andaban en Concepción dando vueltas. Se supone, se supone, que llegan entre hoy en la noche o mañana en la mañana, porque despues acá también tenían que ir a un lugar.

Al final mis queridas amigas se enteraron del Feña, y no por mí, por él. Porque el dia que le dije que andaba por ahí con alguien, Feña llegó y se presentó como mi pololo oficial e inigualable.

Entramos a clases y como aun quedaba un rato, nos pusimos a conversar. —¿Y qué pasó con el Villagra? —le pregunté a la Ceci, mientras me acurrucaba discretamente. Hacia frío.

—El otro día salimos, pero nos miraron medio raro si. Me trata bien igual, y es simpático. La cagó. ¿Y Feña? ¿Sigue medio raro?

—See. Yo no se si eso pasa o que onda, pero a veces me aburro de eso. Tampoco quiero alargar el chicle, pero es lo que yo quería tener en algún momento.

La Paula acomodó sus cosas en la mesa y luego se nos unió. —Feña es medio weon.

—Paula, controlaa. —nos reímos. —Pero si. Imagínate, no ha venido ni a verte aquí. Nada mas romántico que eso.

Negué. —Es que hay mucha gente.

—A él no le tiene que importar eso, solo a ti. Ese es el detalle.

Me perdí. —¿Que no le importe o que haga algo en contra de lo que yo digo?

Se miraron. —Lucy, quédate con el que se atreva a venir a verte al liceo.

(...)

Ya era casi la hora del almuerzo, así que estaban todas preparándose para ir a ver a los cabros del liceo de la comuna de al lado.

Fuera de eso, la profe de historia estaba a punto de quedarse dormida, aunque ella sea la profe. Hasta ella se cansó de explicar tanta cosa. —Ceci, préstame 100. Me faltan 100 pa comprarme papas.

—Pero si las papas valen 100 po.

—Vali callampa oe.

La profe se sentó y dijo que guardemos las cosas, así que nosotras entendimos que podíamos hablar. —¿Y vas a ir a ver a tu pololo? ¿O él si viene a verte al liceo? —molestó la Paula.

—No sé, puede que nos juntemos. No es como el Feña. Espera. Oye, María.

—¿Qué? —contestó la compañera de puesto de la Paula.

Te dedico un solo... 🎸 Claudio NareaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora