36. Verdad.

106 7 2
                                    

Estabamos con el Claudio en la cocina, y yo estaba comiendo y él hablaba de lo que hacían allá. Era como mi espía personal, mas o menos.

—¿Te cuento algo? Fue la Ceci la que me dijo la dirección.

Bajé el tenedor al plato. —¿De verdad? No le cuento nada más...

Se rió. —Yaa, pero si fue por ella que supe donde vivías. Imaginate no vengo aún. Me hubieses olvidado.

Olvidar ese rostro era imposible. Y de querer hacerlo, igual lo iba a ver en el poster de la esquina o en la casa... —Si, claro. ¿Quieres? Es que ya no tengo hambre.

—Tienes que comer, Lucy. Estás muy flaca.

—Yaaa, como que tú tuvieras mucho cuerpo po. —se rió.

Terminé de comer y escuché la puerta, o sea, a las siete diez llegó esta otra. —Lucy te dije que... ¿Hola?

Claudio se puso de pie y la saludó. —Hola.

—¿Como tay? ¿Cuando llegaste?

—Llegué en la tarde.

—Aaah. ¿Y comieron o no? ¿Comiste?

En ese momento quería puro reírme, pero serán conscientes de que no puedo. —Sí, o sea no. —Claudio por la cresta, que la cagai.

—Estabamos comiendo fideos a medias. ¿Por qué? ¿Vas a cocinar algo?

Negó. —No, o sea quizás po, pa tomar once. Pero si ya comieron no.

El Claudio me miró con cara de cagao de hambre. —Ehh, —asintió para que diga que sí— si, hace once igual.

Se dio vuelta, porque estaba lavandose las manos en el lavaplatos y nosotros en la mesa detrás, y miró al Claudio. —¿Teni hambre? —negó. —Ya, pongan la mesa. Si teni toda la cara.

La Maca los conoce poco más que yo, si ella de repente pasaba en la casa escuchando las cagas que se mandaban. —Ya Claudio, tienes pega.

Se rió. —Yaaa.

—Oye, ¿y vienes por ahora o te vas a quedar?

—Venía nomás. ¿Por qué?

—Por nada. Preguntaba nomás, aunque igual te aviso que después de las diez no hay viajes.

—Oye... —le susurré al Claudio— ¿Y si te quedas y nos vamos en la mañana?

Me miró confundido. —¿Vas a ir a Santiago?

—Tenía planeado ir... ¿Pregunto? —asintió. —¿Y si se queda? —pregunté y los dos me miraron igual. —Es que quería ir a Santiago, y entonces así nos vamos en la mañana... ¿O no?

La Maca suspiró y nos miró a los dos. —¿Claudio que opina?

—Opino que puedo irme en la mañana.

Yo sé que lo pensó... La Maca. No es como que su sobrina le pregunte si el pololo se puede quedar a dormir frecuentemente. —Emmh, ya, sí. Pero oigan, yo quiero conversar con ustedes si.

Adivino que viene la conversación. —¿Qué cosa?

Se apoyó en el lavaplatos y nos observó a mí y al chocolito. —Yo los dejo porque confío en ustedes. No vayan a andar haciendo weas ni nada. Supongo que saben a qué me refiero... Y Lucía no pongas cara de weona porque sé que sabes.

Me reí. —Yaa... Ya, pero no vamos a hacer nada. ¿Verdad?

—Verdad.

—Ya, si yo sé. Aviso nomás. Y en todo caso va a dormir en la otra pieza. Ahora, pasenme un plato.

Te dedico un solo... 🎸 Claudio NareaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora