¿Quien fue el primer mago? ¿Quien fue la primera bruja?
El surgimiento de las personas mágicas es desconocido, pero sus inicios se remontan a una familia; los Sanna, datados en la antigua Roma.
Sin embargo, la continuación de este linaje es desconoc...
Las clases habían empezado ya con un alto nivel de exigencia. A primera hora del lunes, Ágata acudió junto a Mattheo, Theo y Enzo a Pociones Avanzadas, que compartían los alumnos de Osadía con los de Cordialidad y Abnegación. La profesora Tang, una mujer risueña y bastante menuda de origen vietnamita, les puso de deberes para el lunes próximo una redacción de tres pergaminos acerca de los usos de la transmutación en las diferentes pociones de curación rápida que venían explicadas en el tercer capítulo del libro "Pociones rápidas para contratiempos que así lo requieren", de Horace Slughorn.
Durante la clase de Defensa contra las Artes Oscuras, la profesora Maine, una señora de aspecto mucho más severo que el de Tang, les mandó otra redacción sobre cómo se defenderían ante la invocación del Fuego Maligno, una maldición que liberaba un fuego maldito en forma de diferentes animales y criaturas mágicas. En la clase de la tarde, que los de Osadía compartieron con Verdad, el profesor Mansouri, de origen marroquí y aspecto pulcro y solemne, les puso un examen para dentro dos semanas sobre los orígenes de las Artes Oscuras. Era la asignatura de Historia de la Artes Oscuras.
Al llegar a su dormitorio la noche anterior, Ágata se había percatado del horario colgado en la puerta de su habitación. Para su sorpresa, no compartía realmente habitación con su nueva compañera, Penelope Pidgett; sus habitaciones estaban separadas por un pequeño vestíbulo con unas perchas de las que colgaban sus nuevos uniformes, de chaqueta negra y pantalones negros con remates verde oscuro y con el símbolo de la serpiente plateada en el pecho y unas gruesas botas. El diminuto vestíbulo daba a tres puertas. La del fondo era la del cuarto de baño, y flanqueándola estaba a su izquierda la habitación de Penélope, y la derecha la de Ágata.
Además de su horario, también había una cesta sobre su escritorio con sus nuevos libros, envueltos en papel y con un pergamino que indicaba sus nombres:
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En la cesta tan solo había cuatro libros, puesto que el resto eran de clases que todas las facciones tenían en común y sabían de antemano por la carta de aceptación enviada en junio que debían adquirir.
Derrotados y compungidos por el cansancio, la primera tarde del comienzo del curso fue de todo menos relajada. Pasaron horas en la sala común agazapados sobre una de sus mesas haciendo los deberes de las únicas tres clases que habían tenido. No querían imaginarse el resto de la semana cuando hubieran asistido a todas.
A diez minutos de que dieran las siete, Ágata se levantó con la excusa de que quería preguntarle a la profesora Tang si también debía añadir las propiedades de las pociones de curación rápida y, prometiendo aclararles la duda a Mattheo, Theo y Enzo, se despidió del grupo entero y salió de la Sala Común de Slytherin.
Con algo de dificultad, llegó a un minuto del comienzo de su reunión con la directora Sayre; se había perdido varias veces y había tenido que retroceder sobre sus pasos para probar a cruzar por un nuevo corredizo. Cuando estuvo frente a la estatua del Snallygaster, murmuró en voz lo suficientemente clara: