MARATÓN 1/3
Hola. Por favor, si están disfrutando de la historia, no olviden dejar una estrellita y un comentario, por más cortito que sea. Me gustaría que esta historia siga creciendo en la plataforma, pero necesito de la colaboración de ustedes para que suceda. Se los pido de corazón. ¡Muchas gracias! ♥
Su hermano le envió un mensaje de texto que ocupaba la pantalla completa del móvil. Decía que «estaba totalmente arrepentido» por tratarla de la forma en que la trató, pero también agregó «te pido perdón por querer cuidar a esta familia, quizá a ti no te importamos tanto, pero para mí ustedes son lo más importante que tengo». Después, le pidió que por favor atendiera sus llamados y, por último, que no desapareciera por demasiado tiempo porque sus padres iban a preocuparse más de la cuenta. «Sabes que papá tiene problemas cardiacos, no hagas nada que pueda afectarlo», aquel fue el último texto que recibió.
Clara ignoró todos los mensajes.
Ya que su jefe accedió a darle el día libre, durmió un largo rato. Después, tomó una ducha y se ocupó de revisar uno de esos libros averiados que tenía en casa de Luca, quiso arreglarlo pero sus herramientas habían quedado en casa de su familia. Así que, al caer el sol, se propuso idear una cena para recibir a Luca. Quería, desde lo más profundo de su corazón, agradecer cada gesto que había tenido hacia ella. Su amor. El modo en que la protegía. Lamentablemente, desde hacía tiempo que Clara presentía que la situación con su familia explotaría en algún momento. Así fue. Era realmente un alivio que Luca estuviera a su lado, justo ahí para contenerla y recordarle que existía algo mejor.
Cortó variedades de queso y jamón en trocitos, los expuso prolijamente sobre una bandeja. Preparó bocadillos de atún y, para el plato principal, hizo tacos que aguardaban dentro del horno. Tenía el cabello atado en un moño desprolijo y solo vestía una camiseta manga corta que le había sacado a Luca. Aunque el golpe accidental fue en la nariz, sentía que le dolía todo el cuerpo... Probablemente era producto de la angustia. De solo recordar el exabrupto el miedo regresaba; el ritmo acelerado de su corazón, el sudor en las manos, los escalofríos al percibir la sensación de sangre goteando de su nariz.
Frunció el ceño cuando, mientras encendía un par de velas, el celular sonó. Ni siquiera quería mirar. Seguramente se trataba de Esteban. Sin embargo, leyó un número desconocido, tuvo una corazonada y atendió.
—¿Hola, Clara? Habla Federico.
—Hola, Fede. ¿Cómo estás?
—Bien. ¿Tú? ¿Estás mejor? Lo siento, Luca me contó algo.
—Entiendo. Sí, estoy bien —afirmó—. ¿Llamabas por algo en especial?
—No. Bueno, en realidad quiero asegurarme si Luca llegó a casa. No atiende el celular.
—Uhm, no. Aún no. ¿Pasó algo? —preguntó nerviosa. La uña de su dedo índice rascaba una y otra vez la pielcita alrededor del pulgar.
—No, no exactamente. Pero... —empezó a arrepentirse de haber hecho ese llamado. Lo más probable es que todo estuviera en su cabeza.
Clara escuchó la puerta principal abrirse. Volteó y contempló a Luca que ingresó.
—Ey, está justo aquí. Ya te lo paso —respondió, después miró a Luca y le hizo una seña—. Es Federico.
Luca sujetó el celular y lo llevó a su oído.
—¿Ahora qué pasó? ¿Me estás controlando? —habló a su amigo con un ligero tono divertido.
—No atendías el teléfono, idiota.
—Estaba manejando.
—Después de lo que hablamos pensé que ibas a hacer una estupidez. Lo sabes.
—¿Y yo qué te dije? Que te quedes tranquilo. Todo está en orden —aseguró—. Bueno, tengo que cortar —llevó la mirada hacia Clara—. Mi chica me está esperando.
Ella sonrió como si fuera lo mejor que había oído en años. Luca apartó el celular y lo dejó sobre la mesa. Se acercó, la abrazó por la cintura y le estampo un beso en los labios, con cuidado suficiente para no lastimar su nariz. La besó una vez. Luego otra. Y otra más. Todavía con ella entre sus brazos, contempló a su alrededor: la mesa estaba lista con una entrada que se veía deliciosa. Todo olía bien. Su casa lucía como un sitio realmente acogedor, un lugar repleto de calidez que merecía ser llamado hogar —algo que nunca antes había sucedido—.
—Vaya, mira todo lo que tenemos aquí —murmuró animado—. ¿Lo hiciste todo tú?
—Sí. Es una cena de agradecimiento para ti.
—¿Agradecimiento?
Asintió.
—Por todo lo que hiciste por mí —bajó la mirada, un poquito avergonzada por exponer sus sentimientos. Luego, de un saltito quedó sentada sobre la mesada. Él se aproximó y ella lo impulsó a que se acomodara entre sus piernas—. Siempre he creído que saber estar sola es esencial. Y sí, es importante no depender de nadie, pero... a veces necesitas que alguien esté ahí para ti. Y cuando no tienes a nadie, es duro.
—Lo sé. Lo sé muy bien.
—Cada vez que te necesito estás justo aquí, Luca. En ningún momento dudas.
—No me debes nada, lo sabes ¿no? Admito que me encantó la sorpresa —le robó una sonrisa—. Pero que tú estés aquí, conmigo, eso sí que no tiene precio. Con eso me basta, te lo prometo —dijo con ternura. Besó ligeramente la punta de su nariz para no causarle daño y ella lo rodeó por los hombros.
—¿Estás bien? Federico sonaba preocupado.
—Fue un día de trabajo agotador, pero estaré bien porque estás aquí —respondió. Mientras tanto, Clara lo estudió con la mirada. Como de costumbre, tenía la sensación de que había algo más. Algo que Luca estaba omitiendo. Estuvo a punto de abordar el tema, pero él interrumpió antes—. ¿Puedo probar algo? Muero de hambre.
—Lo que quieras. Aunque te recomiendo empezar por la entrada —pronunció entusiasmada y señaló la tabla de fiambres—. El plato principal aún está en el horno.
—¿Aún hay más? —Luca alzó las cejas—. ¿No habíamos quedado en que tenías que descansar?
—Lo sé —admitió, un poquito apenada—. Pero necesitaba ponerme a hacer algo.
—De acuerdo, hora de sentarse —indicó y despejó una silla para ella—. A partir de ahora tienes prohibido hacer cualquier tipo de esfuerzo.
Clara extendió una sonrisa, que terminó en una suave carcajada.
—No hablas en serio.
Él asintió.
—Me ocuparé de absolutamente todo el resto de la noche.
『♡』•『♡』•『♡』
Luca cumplió al pie de la letra con su palabra. No dejó a Clara servir la comida, tampoco le permitió recoger los trastes, mucho menos ponerse a lavar. Era sencillo notar que ella era sumamente servicial, siempre estaba atenta a lo que querían los demás para luego cumplir con sus expectativas. No tenía que esforzarse de ese modo con él. No había expectativas con las que encajar. No debía pretender ser perfecta, porque no había nada que la hiciera quererla menos. Al contrario. Empezó a encariñarse de los pequeños defectos; de su inevitable curiosidad, la energía insaciable, lo habladora que se ponía cuando se trataba de un tema que la emocionaba, el polvo de libros viejos sobre su ropa, la sonrisa que forzaba cuando algo andaba mal pero temía decirlo en voz alta.
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Tú y yo, para siempre.
RomanceDieciséis años de diferencia son insignificantes cuando dos mundos están destinados a colisionar. ♡♡♡ Luca perdió la fe. Clara está repleta de optimismo. Él, abatido por su pasado, dedica su vida al trabajo. Ella, asfixiada por su presente, se refu...