—Tendrías que agradecer que tu hermana no se enteró.
—¿De qué?
—Del golpe, tonto. Mirá como tenés el ojo. ¿Todavía te duele?
—No. No mucho.
—Te va a matar si se entera que estás metido en líos de nuevo y por consecuente a mí también porque me hizo prometer que te cuidaría.
—Soy un adulto, Federico —dio una calada al cigarrillo y expulsó el humo a través de la ventanilla baja del auto. No solía fumar pero, cada tanto, cuando la ansiedad lo sobrepasaba, robaba alguno de la guantera de su amigo—. Si estuvieras en mí lugar, ¿no harías lo mismo? ¿no querrías saber si tenés una hija por ahí dando vueltas?
—Sí. Bueno, no sé. Y si la tenés, ¿qué vas a hacer? Mirá que no es fácil, te va a cambiar la vida por completo. Es una responsabilidad de por vida. Quizá sea mejor no saberlo —se animó a sugerir. En seguida se arrepintió. Luca lo asesinó con la mirada.
—Siempre es mejor saber —dijo firme—. Si tengo una hija quiero saberlo. Quiero asegurarme de que está bien, que no está pasando frío, hambre o quién sabe qué —volvió a darle otra calada al cigarrillo—. Quiero que sepa que tiene un padre que se preocupa por ella.
—Está bien, ya entendí. No vas a cambiar de idea —asumió. Federico era la clase de persona que se tomaba la vida con cierta diversión. Despreocupado. Intentando pasar cada momento relajado. Mientras menos responsabilidades tuviera que asumir, la vida sería mejor—. ¿Y Clara? ¿Ya te vio con el ojo así?
—Sí. Ya me vio —admitió.
—¿No quiso salir corriendo?
Luca negó. Le dio otra probada al cigarrillo, expulsó el humo hacia el exterior y mantuvo la vista en la calle que recorrían. Escuchar su nombre hizo que su estómago se sacudiera, guardaba un centenar de sentimientos dirigidos a Clara. Emociones que reprimía porque aún no estaba seguro sí las podía exteriorizar. Quería hacerlo. Gritar de ser necesario. Se sentía como un adolesente experimentando su primer amor.
—Me abrazó —reveló. Federico elevó las cejas—. No sabés cómo me abrazó. Estaba preocupada por mí. Ella es... No sé cómo explicarlo. Está repleta de luz, ¿sabes? La veo y lo primero que pienso es que quiero hacerla la mujer más feliz del mundo.
—Uhhh.
—¿Uh, qué?
—Ya te perdimos —se burló—. De eso no se vuelve, eh.
—¿Por qué no te concentras en llegar al lugar? Necesitamos esos expedientes. Si seguimos así, vamos a tener que quedarnos hasta la madrugada trabajando —cambió de tema, malhumorado por los chistes de su mejor amigo.
En realidad, sabía que Federico tenía razón. Él estaba perdido. Casi en un punto de no retorno.
『♡』•『♡』•『♡』
—Por fin atendés —murmuró Esteban, su hermano mayor, a través del teléfono.
—Estaba trabajando —contestó—. ¿Qué pasó?
—¿A dónde estás?
—Volviendo a casa —le quedaban unos quinientos metros para llegar a su hogar.
—No vuelvas.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Vinieron los primos de visita. Llegaron de sorpresa. Han hecho un viaje de cuatro horas para venir y como no tienen donde quedarse les ofrecí quedarse en casa. ¿Podés dormir en el bar? No será más de una noche.
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Tú y yo, para siempre.
Roman d'amourDieciséis años de diferencia son insignificantes cuando dos mundos están destinados a colisionar. ♡♡♡ Luca perdió la fe. Clara está repleta de optimismo. Él, abatido por su pasado, dedica su vida al trabajo. Ella, asfixiada por su presente, se refu...