Después de unos minutos que me parecieron eternos en los que nobles y lores nos felicitaron al rey y a mí por el compromiso, busqué a Stefan con la mirada por todas partes, pero había desaparecido. Una vez la multitud se calmó y el rey se puso a hablar con sus amigos, los nobles, conseguí pasar desapercibida por unos segundos.
—¡Rose! —exclamó Margot a mi lado.
Me quedé mirándola con cara de pánico y ella me devolvió la misma mirada dirigiendo sus ojos al anillo que me ardía en entre los dedos.
—¿Por qué no te has negado? —preguntó molesta.
—¿Acaso tenía opción? Ha sido una encerrona en toda regla.
Me sentía completamente frustrada y con ganas de gritar a Henry.
—Algo podremos hacer.
—¿Qué pensará Stefan? —pregunté sin dejar de cuestionarme aquella pregunta en mi cabeza una y otra vez. No le veía por ningún lado y necesitaba hablar con él, necesitaba explicarle el porqué me había paralizado de esa manera.
—No lo veo desde hace rato —respondió Margot mirando de un lado a otro—, debe de haberse ido en cuanto el rey te ha pedido la mano, no le ha debido de sentar muy bien.
Tragué saliva al ponerme en su situación. Si ambos comenzábamos a sentir lo mismo el uno por el otro, no debió de ser plato de buen gusto ver aquella escena.
—Tengo que encontrarle —decidí en ese mismo momento a pesar de que el rey podría buscarme en cualquier instante.
—Yo te cubro.
Agarré mi vestido para poder moverme con más ligereza y salí del salón. Tenía que hablar con Stefan. Tenía la necesidad de hablar con él. Me encontré con varios caballeros y doncellas, pero apenas se percataron de mi presencia, iban demasiado ocupados. Paseé por los pasillos empedrados dejándome el aliento esquina tras esquina durante demasiado tiempo. Las velas iluminaban mi camino, pero para ser sinceros, no tenía idea de a dónde me dirigía. De repente, escuché el ruido de unas botellas romperse contra el suelo no muy lejos de mí, y seguí el sonido. Bajé unas escaleras de caracol con cuidado. Nunca había bajado por esa parte del castillo, si no me equivocaba, por allí se iba a los calabozos. Bajé con cuidado de no pisarme la falda del vestido y una vez abajo, gracias a la luz de las velas, pude ver una silueta varonil a lo lejos, con una botella en la mano. Se alejaba de mí, pero me acerqué poco a poco y sigilosamente.
—No des un paso más —me amenazó antes de dar otro trago a la botella que traía entre las manos.
Todavía me daba la espada, pero podía oler a alcohol desde donde me encontraba.
—Stefan, necesito hablar contigo.
—¿Sobre qué?
Se giró y me observó con una mirada aterradora. Llevaba todo el camino pensando las palabras que le iba a decir, pero al verle me quedé muda.
—Yo...
—No tienes que decir nada, Rose, entiendo perfectamente que le hayas elegido a él —dijo llevándose la boquilla de la botella a los labios de nuevo—. Él tiene un reino entero que ofrecerte, ¿yo qué tengo?
—Stefan... —susurré colapsada.
Negó con la cabeza y soltó una carcajada. No tenia idea de cuanto tiempo llevaba bebiendo, pero si seguía así, su estado de embriaguez se elevaría más de la cuenta.
—Antes de conocerte yo estaba bien, Rose. Llevaba una vida de lo más normal. Me emborrachaba en la taberna, me acostaba con las mujeres que quería, hacía lo que me venía en gana —volvió a beber otro trago de alcohol—, pero llegaste tú, me besaste, me hiciste creer alguien que no era, y ahora te comprometes con mi mejor amigo...
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EL LINAJE ESCARLATA -COMPLETA-
RomantikAños atrás, en el reino de Vértice, los monarcas Dubois, junto con su heredera, perdieron la vida una mañana de invierno en un trágico y misterioso incendio en una de las torres del castillo real, tras aquello, la familia Bonaire asumió el trono baj...