Capítulo Veinticinco

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Una vez Mina terminó de abotonar todos los botones y las demás doncellas me acomodaron el cabello en un semi recogido con una trenza que atravesaba toda mi cabeza a modo de corona, se marcharon y me quedé a solas en mi alcoba sentada delante del tocador mirándome al espejo. Justo delante de mí tenía la cajita plateada abierta con la tiara de diamantes resplandeciendo. La acaricié por encima para poder apreciar su belleza, aquella tiara costaría cientos de monedas de oro, más de las que cualquier aldeano podría ganar en decenas de vidas. Agarré la tiara y la elevé con suavidad en el aire hasta colocarla sobre mi cabeza, justo encima de la trenza que decoraba mi cabeza. Me miré en el espejo, mis ojos marrones, mi pelo negro azabache, la forma ovalada de mi rostro. Por un momento el retrato de los Dubois donde aparecía la reina Beatrice se manifestó delante de mí como si fuéramos la misma persona. En ese momento, me acordé de la caja de música que Lady Brown me había dado antes de morir. Me levanté de mi asiento, me agaché debajo de mi lecho y rebusqué, ahí encontré mi cuchillo, el cofre con las cartas y efectivamente, la caja de música. La cogí con ambas manos, me senté en mi lecho y me dispuse a abrirla.

De repente llamaron a la puerta, así que dejé la cajita encima de los cojines de brocados naranjas y me levanté dispuesta a abrir la puerta.

—¡Rose! —exclamó Margot al otro lado, sorprendida al verme— Tu vestido es realmente hermoso.

—Totalmente de acuerdo —dijo Samuel a su lado.

Margot llevaba un vestido verde oscuro con tejido de terciopelo y escote cuadrado lleno de pedrería. Samuel, a su lado, vestía su típica camisola beige. Él no asistiría al baile, pero quería acompañarnos en los momentos previos a este.

—Gracias —sonreí.

—¿Y la tiara? —preguntó Margot traspasando el umbral de la puerta.

—Un regalo del rey.

—Ya veo.

—Esto es...

Samuel había encontrado la caja de música encima de la cama. La agarró entre sus manos y la observó detenidamente.

—Aún sigo sin entender qué pasó exactamente —dijo finalmente sin soltar la caja.

Margot se acercó a él y le acarició uno de sus brazos.

—Pensé que Cyrus tuvo que ver por un momento, pero me agazapé en su alcoba después de lo que pasó y no encontré nada sospechoso —confesé a Samuel y a Margot.

Ambos me miraron atónitos.

—De todas formas sigo creyendo que algo oculta —continué.

—No creo que sirva de nada... —respondió Samuel algo decaído.

Samuel se sentó en la cama y Margot le imitó.

—¿Por qué dices eso? —pregunté.

—Han pasado semanas, todo el mundo ya lo ha olvidado.

Ambos se miraron de nuevo al mismo tiempo.

—Nosotros no.

En ese momento Samuel abrió la caja de música y la melodía comenzó a sonar levemente. Aquella música comenzó a entrar por mis oídos poco a poco evocando viejos recuerdos que no estaban en mi mente, o al menos yo no los recordaba como tal. Cerré los ojos por un momento trasportándome a ese momento. Lo más probable fuera que los Grant me hubieran cantado alguna nana con aquella melodía de pequeña y por eso se me hacía tan familiar, pero ¿por qué me sentía tan unida a ella?

—¿Rose, te encuentras bien? —preguntó Margot sacándome de mis pensamientos.

Asentí con la cabeza levemente.

EL LINAJE ESCARLATA  -COMPLETA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora