Por Casualidad 🍁🍂

Capítulo 25

Que sean felices es lo único que deseo:

Ser más feliz, momentáneamente, era algo que Beryl ya no podía experimentar. Su plan estaba dando resultado tal y como lo maquinó, pues luego de representar muy bien su papel como la ex prometida abandonada, la modelo volvió a encontrarse cara a cara con su rival de amores. O mejor dicho, a quien ella misma había señalado en un arranque de celos prematuros. Sabía que aquella joven inexperta no tardaría en buscarla, y hasta lo que le diría. Las mosquitas muertas como ella jamás dejarían de ser predecibles.

Aún así, y siendo honestos, lo único que Metallia no vio venir fue que se daría de esa manera. Ni en sus sueños imaginó que la rubia en cuestión se presentaría en su agencia de modelaje, donde dicho sea de paso, es actualmente copropietaria del sesenta por ciento. Vamos, que casi se cae de la silla cuando Erica, su secretaria, anunció por el intercomunicador la llegada de la inesperada visita.

Realmente la charla fue breve y consisa; lo único que Bella pretendía era anunciarle de nueva cuenta cuanto sentía lo que había provocado, junto con la noticia sobre su partida de casa de Darien.

»Le he dado vueltas una y otra vez, y aunque sigo sin creerlo, considero que lo mejor es que me haga a un lado. Yo. No tú. Es lo justo; tú lo conociste mucho antes y, si estuvieron cerca de pisar el altar, es porque el amor que compartían el uno por el otro fue inmenso«, aquellas palabras textuales le comunicó con un nudo en la garganta y un brío de determinación férrea bañando sus ojos claros. No buscaba convertirse en la clásica mártir sacrificada, tan sólo deseaba ser franca y devolverle el favor por todo lo que había hecho por ella—haberle salvado la vida, por ejemplo—Además, ¿qué caso tenía fingir indiferencia, cuando aquella lata de gusanos ya había sido abierta en el momento que admitió amar a Darien?

Tras un par de argumentos más entre las dos, la joven que continuaba más que decidida a hacer su vida aparte concluyó con la frase »Que sean felices es lo único que deseo» y abandonó el sitio. Afortunadamente fue capaz de mantener a raya las lágrimas que le escocían los ojos hasta que el ascensor abrió sus puertas en recepción. Después de aquello, la joven se enclaustró en la seguridad de su nueva e incómoda cama por las siguientes cuarenta y ocho horas.

Había que aplaudir su valentía, fue lo que Beryl pensó esa misma noche. No cualquier persona hubiera sido capaz de presentarse en sus dominios y todavía tener el valor de decir toda esa zarta de cursilerías—así lo consideraba Metallia—crédula y estúpida, pero la chiquilla tenía agallas. En otro tiempo y lugar, quizá hasta pudieron ser buenas amigas; dentro de Bella se ocultaba un gran potencial que, con el debido entrenamiento, podría llegar a igualar el suyo. Si tan solo no fuese tan manipulable... Bah. Como sea, eso ya no tenía importancia. Lo relevante en todo esto era que volvía a tener el camino libre de estorbos.

Y no dudó en actuar. Claro que los primeros días le dio su espacio a Darien, para no dar la impresión de que lo estaba cazando. Después de todo, se suponía que Metallia no estaba al tanto de la partida de Bella. Es más, ni siquiera a su socio y amigo más cercano se lo contó. Al igual que hizo con la revelación de su rival sobre estar encandilada de Shields, dejaría que a Zafiro le llegara la noticia ya fuera por medio de su camarada o directamente por la misma chiquilla. Sus motivos tenía; nada lo hacía al azar.
Hasta el momento BlackMoon no había abierto la boca, lo que probablemente significaba que ese plan de ligarse a Bella, al final del día no dio sus frutos. Mmm, que lástima. Considerando que ambos eran huérfanos y, que en las últimas semanas el empresario se había vuelto un sentimental de pacotilla, hubieran formado "bonita" pareja.

El móvil vibró encima del escritorio donde lo había puesto a recargar batería. Despegó los ojos del folleto digital en el que había estado trabajando desde esta mañana y cogió el moderno dispositivo. La lucesita tintineante alertaba la llegada de un texto.